La autodenominada “comisión negociadora” de IU volvió de Madrid con las manos vacías. Pretendían renegociar la candidatura para que el número dos de la lista, actualmente en manos de Podemos, fuera para Manuel González Orviz, coordinador general del IU y candidato número uno de su formación en las pasadas elecciones de diciembre. El interlocutor fue Adolfo Barrena, secretario de organización, hombre de confianza de Alberto Garzón. El camarada Barrena no se cerró a la demanda de la delegación asturiana, pero se limitó a mandarle un mensaje a Echenique para volver a hablar sobre la lista. Qué pereza debe darle a Echenique tener que renegociar con Barrena algo que ya estaba acordado. No creo que el camarada haya entendido la frustración de los comisionados asturianos porque él está encantado con el quinto puesto de Garzón en la candidatura de Madrid. Si Garzón acepta ser el quinto por qué Orviz no puede ser el tercero o el cuarto.

La dirección regional de IU está situada entre dos realidades molestas: el voto mayoritario de sus bases favorable a la entente con Podemos y el acuerdo de Madrid contrario a sus intereses. No tiene margen para la discrepancia. Apoyó las premisas sobre las que se planteó el diálogo: negociación en Madrid entre las cúpulas de los dos partidos y listas vinculantes para todos los territorios, con la única condición de ser sometidas a la consulta de las bases. Como el resultado no fue el previsto trata de impugnar el acuerdo. Demasiado tarde. En Almería también hay quejas de la dirección provincial de IU por el desembarco del general Julio Rodríguez al frente de la candidatura. En vez de criticar la rancia política decimonónica del diputado cunero, que practica Pablo Iglesias con profusión, tiran por la calle del medio y dicen que en ese puesto no puede ir un hombre de guerra. No dirían lo mismo del subcomandante Marcos. En IU de Valencia también hay frustración.

Los pactos sólo son buenos cuando satisfacen a las partes por igual. En este caso no se cumple la regla. Hay un asunto, entre espinoso y oculto, que no se ha puesto encima de la mesa: a Garzón no le interesa un trato generoso con la IU asturiana, la organización de Llamazares, que tiene el 55% de todos los diputados autonómicos de IU en España. Tampoco le conviene a Iglesias y a Errejón que mantienen planteamientos opuestos al diputado asturiano. Intuyo que Echenique y Barrena no tardaron en ponerse de acuerdo.