A un mes de las elecciones generales es importante no pisar charcos. Quien dice charcos dice esteladas. Espectacular salida en falso del PP. Primero el anuncio contundente de la prohibición de banderas independentistas en la final de la Copa del Rey; luego vino el silencio del estado mayor del gobierno de Rajoy y del Partido Popular, para quedar todo en nada con la decisión del juez. Un buen ejemplo de faltarse al respeto a uno mismo.
¿Tolera el presidente del Gobierno las esteladas? ¿Está Rajoy a favor de prohibirlas? Tratándose de un político medularmente gallego quizás nos conteste con evasivas, y sólo si se sintiera acorralado nos dejaría una de sus impagables sentencias: si son pocas las banderas, que pasen. Una forma de razonar que vale tanto para una cosa como para la contraria.
Se acerca la decisión sobre la lista de Unidos Podemos en Asturias. De momento, siguen las espadas en alto. En su día, el aparato de IU en Asturias dio su apoyo a Alberto Garzón para encumbrarlo al poder de la organización y ahora tiene argumentos para presionarle. Garzón es el quinto diente de la cremallera madrileña, así que no vería con malos ojos que Orviz ocupara el mismo puesto en Asturias. Ahora bien, en la política los favores se convierten en deudas y Garzón tiene que saldar una cuenta con la organización asturiana de IU.
CHICA-CHICO
El número dos de IU, a escala nacional, el aragonés Adolfo Barrena, que negoció todas las listas con Pedro Echenique (Podemos), ha levantado por primera vez su voz para decir que el acuerdo alcanzado contempla que los puestos tres y cinco sean para IU, sin especificar de qué sexo debe ser cada uno de los dos candidatos. Apoyo cerrado a Orviz. Conflicto abierto cuando el plazo para presentar candidaturas se cierra el lunes. Imposible hacerlo peor.
Sólo en un mundo de locos se puede admitir que el sexo del tercer puesto de la candidatura paralice el acuerdo entre Podemos e IU. Se entendería esa discrepancia por el intelecto, pero nunca por el sexo. En las instituciones, empresas u organizaciones que se hacen las cosas bien, el personal se recluta en función de su valía no de su sexo. No es de recibo que alguien diga que va por delante por el hecho de ser mujer u hombre. El sexo no es un mérito, no es un valor a retribuir, no es un rasgo que acredita a nadie para ser parlamentario ni para desempeñar cualquier otra función. En los currículos, el sexo no cuenta como titulación ni como antigüedad, ni garantiza el conocimiento de idiomas. En la lista conjunta, Podemos-IU, el sexo jerarquiza la candidatura. El resto de características personales, profesionales o políticas tienen un interés secundario, no puntúan a la hora de ordenar escaños. En el anagrama de la candidatura deberían dibujar una cremallera.
Íñigo Errejón habla hoy en La Felguerra, un buen momento para explicar la posición de Podemos. No es probable que entre en materia porque ese asunto corresponde al negociado de Pedro Echenique: justo el despacho que él ocupaba antes de caer en desgracia.
Aunque el PP resbale con la estelada y a Podemos-IU se le atasque la cremallera, las verdaderas preocupaciones son para el PSOE. Pedro Sánchez dispone de menos margen de maniobra que en otoño. Susana Díaz está dispuesta a ayudarle: un motivo más para la inquietud. La lideresa andaluza ha puesto coto a las veleidades del secretario general del PSOE diciendo que las combinaciones de gobierno sólo puede ensayarlas si gana las elecciones. En caso de quedar segundo debe ir directamente a la oposición a esperar que el partido encuentre un sustituto que será, obviamente, la propia Susana Díaz.
Al corsé interno se suma el pulso externo con PP, Ciudadanos y Unidos Podemos. Por su izquierda la candidatura radical va a aprovechar de forma más productiva los 900.000 votos que tuvo IU en diciembre. Hace cinco meses se transformaron en dos escaños y ahora pueden ser unos cuantos más. En cuanto al PP sigue siendo favorito en las encuestas y eso es muy duro para un líder, como Pedro Sánchez, que está obligado a ganar.
DISPARATES
Las dos últimas actuaciones de Sánchez, el recurso a la utilización de la figura de Adolfo Suárez (algo que jamás hicieron los líderes socialistas), y la presentación de su futuro gobierno (veinte personas con cometidos diversos y, en ocasiones, pintorescos) demuestran la desorientación que sufre al candidato socialista. En una situación normal no cometería esos dislates.
Impostar la voz de Adolfo Suárez es sinónimo de girar hacia la derecha. Creo que Pedro Sánchez cuidó poco los sectores moderados de su electorado. Por ese costado se colaron en diciembre 163 escaños. Sin embargo, ahora, cuando se presenta un bloque fuerte por su izquierda es cuando considera oportuno desplazarse hacia la derecha, dejando espacio libre para crecer a Podemos e IU. Como estratega no tiene precio, el líder socialista.
El gobierno en la sombra que puso a bajo la luz de los medios es un monumento al zapaterismo, al transformar la mesa del Consejo de Ministros en una coordinadora de colectivos (inmigrantes, refugiados, constitucionalistas, etcétera). Ningún partido de gobierno que quiere atraer a la mayoría del electorado organiza un teatro tan frívolo.
Estamos en la fase de evitar los charcos y todos se han ya salpicado.