Albert Rivera estuvo en Avilés, aunque Asturias no es una circunscripción electoral que genere dudas a Ciudadanos (C’s): sería una sorpresa que no mantuviera el escaño y está fuera de su alcance la obtención del segundo. En su visita el líder de C’s habló de pactos postelectorales, la cuestión que más interesa al público. El sorprendente fracaso de la pasada legislatura, debido al empecinamiento de los jefes de los cuatro principales partidos, podría volver a repetirse dado que las encuestas hablan de una distribución de escaños parecida a la del pasado 20 de diciembre. Rivera propone que al día siguiente a los comicios se reúnan Rajoy, Sánchez y él mismo, y que no se levanten hasta llegar a una solución. Como todas las fórmulas simplistas, no funcionará, porque es muy probable que todavía no se den las condiciones para sentar a los tres en torno a una mesa. Por algo no fue posible organizar ese encuentro en las frustradas negociaciones de los largos meses de invierno. En cualquier caso, deberían encaminarse hacia ese fin los esfuerzos del PP y de C’s, en espera de que el PSOE decida seguir el camino del gobierno “a la valenciana” o negociar una solución respetuosa con la letra y el espíritu de la Constitución.
Lo más sorprendente de la propuesta de Rivera no está en su viabilidad, sino en la contradicción que supone citar a Rajoy a los cuatro días de haberlo vetado como candidato a la Presidencia. ¿En qué quedamos, Albert? Un día dices que Ciudadanos nunca apoyará una alternativa de gobierno que otorgue la Presidencia a Rajoy, y cuando vas a otra región hablas de reunirte con el presidente en funciones para resolver el sudoku de la investidura. Produce hartazgo la frivolidad de los líderes políticos, la afición por desdecirse, la permanente obsesión por las encuestas, hasta el punto de cambiar de opinión según los datos del último sondeo. C’s pierde votos por la derecha y Rivera hace un torniquete para evitar la hemorragia, manifestando en Asturias lo contrario de lo que había dicho en Cataluña.
En clave asturiana, propugnó una tarifa eléctrica para la industria que estabilice el mercado. Sobre el acero, denostó el dumping chino. Dos precisiones. La denuncia contra el dumping hay que hacerla ante Bruselas: en España estamos todos de acuerdo, pero nos sentimos impotentes. La tarifa eléctrica, industrial y doméstica, debe ser más baja. A los políticos les corresponde decir cómo ejecutar ese deseo.