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Juan Neira

LARGO DE CAFE

OTRA METEDURA DE PATA

La campaña electoral va a terminar con un escándalo del Gobierno del PP en el que está implicado el ministro del Interior y, de rebote, el propio Mariano Rajoy. La bomba informativa es una adversidad más para el Partido Popular que se ve continuamente acosado por la publicación de actuaciones negativas, delictivas o no, pero siempre poco edificantes. Los movimientos irregulares, por utilizar una expresión benévola, persiguen al Gobierno y al PP, ahogando el mensaje de prosperidad económica que ocupa todos los discursos de Rajoy desde que salimos de la recesión. Hace un mes dimitía el ministro de Industria por contar mentiras, negando su vinculación con los papeles de Panamá, y ahora se ve en una posición muy delicada Jorge Fernández. Ambos formaban parte del círculo de ministros de máxima confianza del presidente de Gobierno.

En grabaciones realizadas en octubre de 2014, en el despacho oficial del Ministro de Interior, cuando faltaba unas semanas para la celebración de la consulta sobre el derecho a decidir convocada por la Generalitat de Cataluña, Jorge Fernández habla sin tapujos con el director de la Oficina Antifraude de Cataluña sobre la conveniencia de utilizar informaciones comprometedoras sobre miembros del Gobierno de Artur Mas, filtrándolas a la prensa, una vez pasadas por la Fiscalía. El ascenso irregular de dos cuñadas de un consejero catalán, Felipe Puig, serviría para fabricar el escándalo. En las conversaciones grabadas, Jorge Fernández comete la infinita torpeza de decirle a su interlocutor que Mariano Rajoy está al tanto de la iniciativa. Como buen conocedor del presidente, el ministro se explaya diciendo que Rajoy es un hombre discreto hasta el punto de ignorar su mano derecha lo que hace la izquierda. Los jefes de los principales partidos –Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera- pidieron ya la dimisión del ministro.

Sorprende que en el despacho oficial de un ministro se puedan grabar conversaciones. En esas condiciones no se puede realizar un trabajo tan reservado como el de un ministro de Interior. También resulta llamativo que una iniciativa tan delicada la lleve directamente el propio titular del Ministerio, como si no hubiese altos cargos para negociar lo que se revela u oculta de las cuñadas de un miembro del “govern”. Aunque carezco de pruebas estoy seguro que otros ministros dirigieron operaciones semejantes, pero ninguno fue tan chapucero.

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por JUAN NEIRA

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