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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA DIGESTIÓN ELECTORAL DE LA IZQUIERDA

La noche electoral trajo una novedad: sólo el PP se declaró ganador de los comicios frente a la inveterada costumbre de presentarse todos como vencedores, aunque para ello hubiera que enmendar la aritmética. Pedro Sánchez tenía la cara de alivio de haber evitado el “sorpasso”, pero no se atrevió a decir que los socialistas habían sacado un buen resultado. Pablo Iglesias estaba perplejo y noqueado hasta que se sumó al karaoke de Quilapayun. Albert Rivera atacó la perversa ley electoral; con eso ya lo dijo todo. Sólo Rajoy daba botes y decía que había ganado.
Al reconocimiento implícito de la derrota faltó un mínimo esbozo de autocrítica. Aquí nadie se equivocó. Todos acertaron aunque sólo ganó uno. Pedro Sánchez ya decidió política para el próximo mandato al anticipar que rechazará cualquier intento de Rajoy de investirse como presidente. Iglesias y su gente dictaminaron que la derrota vino porque un millón de simpatizantes de Podemos se quedaron en casa por temor al triunfo de Podemos. Surrealista. Ciudadanos, con la pérdida del 20% de escaños, renovó su veto a Rajoy.
Estamos ante una auténtica ceremonia de la confusión que afecta especialmente a la izquierda, porque Ciudadanos tendrá que reconocer la realidad o el electorado del centroderecha lo colocará en posiciones marginales.
IU
El varapalo electoral afecta a IU más que a nadie ya que hizo la arriesgada jugada de renunciar a su partido para incrustarse en las candidaturas de Podemos. Tras el fracaso, a Alberto Garzón le corresponde marcharse para casa, aunque sólo Manuel González Orviz anunció que deja el cargo. La disyuntiva para IU es crítica: diluirse en un bloque de perdedores o recuperar la identidad y la autonomía aunque haya que partir casi de cero.
Son dos opciones, debe escoger entre lo peor y la malo. IU había mejorado sus expectativas electorales hasta que Garzón siguió los dictados de Julio Anguita y dio por amortizados treinta años de historia de su formación política para unirse a un movimiento difuso dirigido por Iglesias, Errejón, Bescansa, Echenique, Monedero, etcétera.
En Asturias, lo ocurrido con IU es especialmente lacerante, porque tras sacar cinco diputados autonómicos se vieron relegados al puesto número tres de la candidatura al Congreso de los Diputados, con la certeza de que quedarían fuera del Parlamento.
PODEMOS
El recuento de las urnas también debe hacer reflexionar a Podemos, en vez de recurrir al paripé de interpretar el resultado electoral a través de un trabajo demoscópico. Fallaron muchas cosas y deben reconocerlas en vez de profundizar en la impostura. Señalemos algunas.
La candidatura Unidos Podemos se fabricó en el laboratorio de la dirección de Podemos, con Garzón como aliado, sin que las bases de la coalición participaran. El cálculo partidista y cicatero a la hora de ordenar los candidatos en la lista impidió que Iglesias y Garzón formaran tándem en la candidatura por Madrid. Lo mismo debería haber ocurrido en Asturias con Sofía Castañón y Orviz. Formar alianzas desde el mutuo recelo –cuando no abierta hostilidad- es una invitación para que la clientela se quede en casa.
La domesticación del líder, convertido en un apacible socialdemócrata que invoca la alianza con el PSOE, reniega del Brexit y se muestra preocupado por la patria, devino en mercancía electoral de imposible compra. Un producto tan artificial como falso provoca desconfianza. Tuve ocasión de escribir que Pablo Iglesias había hecho un mal papel en el debate televisado “de los cuatro”. Encuestas ad hoc dijeron que había ganado. Y se lo creyeron. Podemos es un partido que hace política según los dictados de las encuestas, así que lo coherente sería integrar en la dirección al pool de empresas demoscópicas, con voz y sin derecho a voto.
Por último: la gran cuestión de Podemos. Tuvieron una gran penetración en la sociedad presentándose como alternativa al statu quo formado por PP, PSOE, bancos y grandes empresas: los de abajo contra la casta. En el año electoral cambiaron de discurso. Desapareció la casta, renació el eje izquierda / derecha, y el PSOE pasó a formar parte del bando de los buenos, concentrando el PP toda la maldad. Un análisis de clase, con perfiles obreristas, semejante al desarrollado por el Partido Comunista y, posteriormente, IU, sin que lograran superar la etiqueta de grupo minoritario.
PSOE
El PSOE, la izquierda del sistema. Lo que decida el PSOE es fundamental, porque es uno de los ejes vertebradores del sistema democrático español. El otro es el PP. Si el PSOE piensa en clave de partido deberá acosar a Rajoy sin darle tregua. Al contrario, si asume responsabilidades nacionales tendrá que encontrar la fórmula de conjugar su labor opositora con la estabilidad del sistema.
Con el flanco de Cataluña abierto, con el crecimiento de la deuda y la economía en desaceleración no se debe someter a España al test de estrés de una tercera convocatoria electoral sucesiva. En la tradición de los secretarios generales del PSOE no hubo mucho hueco para el oportunismo. En el Comité Federal del PSOE del próximo sábado deben ponerse límites al aventurerismo que lleva a la desestabilización.

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