Con las elecciones a la espalda y superada la semana de las interpretaciones de los resultados, los partidos trazan sus hojas de ruta. Rajoy planea salir investido como presidente la última semana de julio. Una fecha muy temprana que implica un proceso de negociación rápido. El líder del PP sabrá por qué baraja ese calendario, pero no hay ningún dato conocido que permita entrever un escenario tan optimista. Los socialistas han dicho que votarán en contra de la candidatura de Rajoy (dieron un rodeo para expresar lo mismo: “no votaremos a favor ni nos abstendremos”); Albert Rivera mantiene el veto al presidente en funciones y sólo está dispuesto a hablar de reformas; los nacionalistas vascos tienen la boca cerrada, actitud que no se debe de interpretar como favorable al pacto; Coalición Canaria es el único grupo de los posibles apoyos de Rajoy (Unidos Podemos, los nacionalistas catalanes y Bildu no entran en la categoría de potenciales aliados) que mantiene una orientación positiva a apoyar al líder del PP. Rajoy sabe mejor que nadie cómo están colocadas las piezas en el tablero, pero aun así ve factible que una mayoría del Congreso de los Diputados le invista como presidente en poco más de tres semanas.
El primer asunto relevante para valorar las expectativas de Rajoy se conocerá el próximo fin de semana en el Comité Federal del PSOE. La dirección socialista de Pedro Sánchez fijó una postura muy beligerante con el líder del PP al descartar la posibilidad de la abstención. Si el Comité Federal avala este planteamiento, bien sea por activa o por pasiva, las opciones de Rajoy quedarán circunscritas al pacto con Ciudadanos y PNV. Un acuerdo de muy difícil consecución porque Ciudadanos y nacionalistas vascos se repelen: unos quieren más Estado y los otros, menos Estado. Los meses pasados de negociaciones nos permiten decir que el pacto con Ciudadanos es relativamente sencillo si participan los socialistas; el acuerdo entre Rajoy y Rivera, sin el PSOE, es más complicado; la dificultad se vuelve extrema si lleva la firma de los nacionalistas. Algo parecido ocurre con el PNV, que recelaría de todo acuerdo en el que participara Ciudadanos, ya que de cara a las elecciones vascas de octubre sufriría la doble crítica de Bildu y Podemos.
Rajoy maneja muchos más datos y es posible que nos sorprenda, pero no es probable. Lanzar el mensaje de que esto se resuelve rápido puede aumentar el tamaño de la decepción.