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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA PELÍCULA DEL VERANO

De las promesas a los hechos. Rajoy se entrevistará la próxima semana con Pedro Sánchez y Albert Rivera, líderes de los dos partidos con los que quiere pactar la investidura. El martes se verá con el dirigente socialista y el miércoles con el jefe de Ciudadanos (C’s). El resultado de las dos citas está cantado: Sánchez se ratificará en el rechazo al candidato del PP y Rivera no cambiará su postura abstencionista. Fuera de los dos interlocutores, sólo le queda a Rajoy buscar apoyos en Coalición Canaria, que en el mejor de los casos le brindará un escaño. El tiempo no pasa en balde: las cinco semanas que sucedieron al 26 de junio han servido para dejar claro que Rajoy no saldrá investido en las presentes circunstancias. Puede darse ya por amortizado el intento del presidente en funciones, siendo irrelevante todas las gestiones que realice durante el mes de agosto.

La verdadera batalla por la investidura empezará el día en que Rajoy decline en su intento, bien sea por derrota parlamentaria o por incomparecencia del candidato. El turno le tocará a Pedro Sánchez y ahí subirá la tensión política muchos grados, al entrar en danza las fuerzas independentistas y Podemos. Sólo en el caso de que el dirigente socialista fracase en la tarea, le llegará la verdadera oportunidad a Rajoy, como solución para evitar las elecciones, con el apoyo de PSOE y C’s (basta con que se abstengan). El sol caerá más oblicuo, estaremos en septiembre, y la Comisión Europea y todo el “establishment” presionarán para que se invista un presidente que no altere los mercados, resista los embates del separatismo y recorte gastos.

El proceso no será indoloro. La credibilidad de la clase política estará bajo mínimos, y los dirigentes de los partidos habrán hartado definitivamente al público. Cualquier observador podrá decir que para llegar a esa solución no hacía falta haber perdido nueve meses. Un juicio incontestable porque no se debate de programas, sino de uso y disfrute del poder. El acuerdo que se firme en septiembre podría haberse alcanzado en enero. Con la opinión pública desconcertada porque su voto no sirve para nada se habrán creado las condiciones para que surja la antipolítica. Los mismos que a lo largo de 2016 han degradado palabras como “diálogo”, “pacto” o “negociación” se escandalizarán del éxito que tendrán los antipolíticos, por sus propuestas simplistas y contundentes. El arrepentimiento será baldío.

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por JUAN NEIRA

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