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Juan Neira

LARGO DE CAFE

UN AÑO EN BLANCO

Se cumple un año de la reelección de Javier Fernández como presidente del Principado. Pese al método artificial y dudosamente democrático que rige la investidura de los presidentes asturianos –los diputados no pueden votar en contra del candidato-, al líder socialista no le fue fácil salir elegido. La inesperada presentación de la candidatura de Mercedes Fernández, apoyada por los diputados de Foro –verdadera sorpresa de la sesión parlamentaria-, provocó un empate entre ambos. Posteriormente, el respaldo de IU desniveló la balanza, pero a los miembros del grupo socialista tardó en quitárseles el miedo del cuerpo porque se rumoreaba que los chicos de Podemos iban a repartir su voto entre los dos “Fernández” para mantener el empate. Una actuación de corte ácrata que al final no llegó a suceder. Al terminar el acto, Javier Fernández abandonó la Junta General del Principado con rictus serio y sin hacer comentarios.

Relato cómo fue la investidura del presidente socialista porque resultó un anticipo de lo que ocurriría en el primer año de mandato: marasmo parlamentario, sin un juego de mayorías y minorías claro, que llevó a la parálisis de la actividad del Gobierno, limitada a gestionar el gasto corriente, sin poder llevar a cabo proyectos novedosos. A parte de esa tarea, cabe resaltar la negociación y firma de la concertación social, una ceremonia que tiene mucho más de litúrgica que de acción real. Dos meses más tarde de rubricar el acuerdo social no se ha llevado a cabo ninguna de las medidas contenidas en el pacto. El objetivo era hacerse la foto de familia (el presidente con los jefes de la patronal y los dos principales sindicatos) y una vez cumplido el protocolo todo lo demás es letra pequeña.

Tras la investidura, Javier Fernández mantuvo los cinco diputados de IU como aliados, pero no pudo extender la entente a otros grupos para poder gobernar con el apoyo de la Cámara, viéndose obligado a retirar el proyecto de presupuestos ante las enmiendas a la totalidad de todos los grupos de oposición, con la excepción de IU. Las malas relaciones entre PSOE y Podemos impidieron que cristalizara la amplia mayoría de izquierdas que salió de las urnas. En esta situación, el curso político asturiano quedó a expensas de que el Parlamento nacional elija un presidente. Una vez que en Madrid haya un presidente y una oposición nítidamente alineada, es muy probable que en Asturias se salga del marasmo.

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por JUAN NEIRA

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