La conclusión de la reunión entre Mariano Rajoy y Albert Rivera depende del tono vital del observador. Ya saben, un optimista dice que el vaso está medio lleno cuando el agua ocupa la mitad de su capacidad, mientras que un pesimista juzga que se encuentra medio vacío. Los datos objetivos son fáciles de resumir. El líder de Ciudadanos (C’s) se ha reafirmado en su decisión de votar no en la primera votación de la sesión de investidura y de abstenerse en la segunda ocasión. Descartó que vaya a apoyar al candidato del PP, tal como había acordado la dirección de Ciudadanos. Rivera se mostró dispuesto a negociar el techo de gasto para 2017, así como los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Con estos datos, Rajoy salió encantado del encuentro diciendo que se había dado el primer paso de una larga caminata. El presidente en funciones se congratuló de que por fin se hubiera accedido a “negociar algo”. Ese algo depende del fin de la interinidad, ya que la ley prohíbe que un gobierno en funciones apruebe el proyecto de presupuestos.
El fruto de la entrevista es escaso y no supera las concesiones realizadas por Rivera tras el primer encuentro de los dos políticos, a los pocos días de celebrarse las elecciones. El optimismo de Rajoy proviene de la diferente actitud observada entre Sánchez y Rivera, definidos por él como interlocutores preferentes. El secretario general del PSOE se niega a compartir nada con el candidato del PP, no está dispuesto a negociar ni mucho menos a pactar. El líder de Ciudadanos, por el contrario, acepta hablar de todo y está dispuesto a implicarse en la investidura de Rajoy siempre que el PSOE participe en la operación optando por abstenerse en la votación definitiva. Es más, Rivera va a presionar al dirigente socialista para que abandone el papel de opositor puro y duro.
Los razonamientos de unos y otros son conocidos. Los han expuesto decenas de veces y apenas han variado en los últimos siete meses. Rajoy lleva todo ese tiempo queriendo gobernar, por algo ha ganado las elecciones de diciembre y de junio; Rivera está dispuesto a que C’s juegue el papel de grupo bisagra, como corresponde a un partido de tamaño medio que cultiva una cierta ambigüedad ideológica entre la izquierda y la derecha. Sánchez aspira a liderar una mayoría alternativa para la que le faltan escaños, como también le sucede a Rajoy. El resto de portavoces parlamentarios está a la expectativa. La cosa va para largo.