La ceremonia inaugural de la Feria de Muestras siempre tuvo dos tercios de acto social y un tercio de política. Los desayunos de la Feria ayudaron a dar un barniz político al certamen, pero el momento cumbre de los políticos siempre estuvo en los discursos de la jornada inaugural.
La ceremonia ganaba en picante cuando el Gobierno central estaba en manos de un partido y el Principado o el Ayuntamiento de Gijón eran de otro color político. Tiempo para duelos. Recuerdo los choques dialécticos entre Rodrigo Rato y Álvarez Areces, dos purasangres.
Eran los tiempos en que el Gobierno de Aznar privatizó Ensidesa y nuestra entrañable siderurgia pasó a formar parte de una empresa multinacional. Los socialistas ponían el grito en el cielo: “la peor decisión para Asturias en diez años”, sentenciaban. No quiero imaginar lo que hubiera pasado si las factorías asturianas hubieran seguido en manos del sector público español. A lo mejor a estas alturas el principal accionista era “el banco malo”. Lo que más perjudica la visión no son las dioptrías sino la ideología.
En la tarde del pasado viernes hubo consenso en los discursos al coincidir los oradores en mostrar preocupación por el bloqueo institucional. Desde el pasado mes de noviembre estamos con gobierno en funciones, que es lo mismo que decir con el país en manos del servicio de mantenimiento. En permanente fin de semana. Un escándalo.
ALCALDESA Y “OUTSIDER”
El primero en abordarlo fue Félix Baragaño que puso el peso de la responsabilidad en los dos grandes partidos (PP y PSOE), como si todavía viviésemos los tiempos del bipartidismo.
Una amiga mía me señaló que con su discurso Baragaño dio el salto de la Cámara de Comercio a la política. Siempre me extrañó esa capacidad que tienen las mujeres para mostrarme cosas que yo tengo delante de los ojos sin lograr ver. En efecto, la ventana de la oportunidad está abierta en Gijón para los cuadros de la derecha. Una vez que se termine el ciclo de Carmen Moriyón, el futuro está por escribir. Al que madruga Dios le ayuda.
La alcaldesa de Gijón entró con fuerza en el tema del año –la parálisis institucional-al calificar de “epidemia de sectarismo” lo que sucede en Asturias y España. Los intereses de la secta (“la casta” de aquel joven televisivo Pablo Iglesias) están por encima de los de la colectividad. Esta es la triste consecuencia de haber permitido durante décadas que los aparatos de los partidos fueran colonizando el Estado y poniendo de hinojos a la sociedad. Si algo hemos aprendido este año es que cuatro mandarines (Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera) mandan más que cuarenta millones de ciudadanos.
La parte más efectista del discurso de Moriyón estuvo en contraponer el diálogo y el consenso en el Ayuntamiento de Gijón con el enfrentamiento y la falta de acuerdos en el Congreso de los Diputados y en la Junta General del Principado. Es un asunto que da que pensar. Cómo los mismos partidos llegan a resultados diametralmente distintos interaccionando en la corporación municipal gijonesa que en los parlamentos español y asturiano. A partir de aquí se puede poner rostro a los culpables.
PRESIDENTE Y MINISTRA
Javier Fernández construyó un discurso muy de su estilo, aunando el turismo rural asturiano con la crisis turca. También abordó la cuestión del verano. Se inclinó por resaltar los graves perjuicios que acarrearía una tercera convocatoria electoral.
El presidente del Principado plantea de manera desinhibida cuestiones abstractas pero evita comprometerse en cosas concretas. Para saber qué piensa de la solución que debe darse al bloqueo institucional nos dejó esta pista: “o somos capaces de dar con una salida seria que evite la repetición de las elecciones o provocaremos un roto en la evolución de España”.
La clave está en “una salida seria”. Puestos a interpretar, me parece que el presidente del Principado considera poco serio cualquier salida que no sea un acuerdo de los partidos constitucionalistas con la Presidencia reservada para el que ganó las elecciones. A lo mejor no es así, pero tampoco él quiso explicitar más su pensamiento.
Los discursos de Javier Fernández siempre me dejan una sensación extraña, porque parecen más propios de un analista que de un presidente en ejercicio. No aprovecha los datos positivos de Asturias para sacar pecho. Al contrario, todo nuestro devenir lo pone en relación con acontecimientos internacionales. El problema es que gobernar implica tomar decisiones, apostar por algo, señalar un camino a la gente. Javier Fernández expone la complejidad, pero nos quedamos sin saber qué vector de fuerza sale de esa complejidad.
Fátima Báñez debutaba en plaza. Lo hizo con un discurso optimista. Es la ministra del empleo y expuso las cifras positivas del mercado del trabajo. Pidió a los asturianos que tuviéramos más ambición, para rematar con la frase de “España necesita más Asturias”. Imagino que otras veces dirá que España necesita más Extremadura, Aragón o Cataluña, según sean las paradas del viaje.
No hizo mención a la cuestión del verano, porque ella vive sobre la ola del éxito del empleo. Una cuestión que también es susceptible de observar desde la complejidad, como diría Fernández. Entonces habría que distinguir entre empleo y contrato precario.