Jornada de puertas abiertas en la Junta General del Principado. Los ciudadanos pueden visitar el Parlamento asturiano la segunda quincena de agosto. Justo la etapa en que es más improbable coincidir con un diputado por el edificio al encontrarse todos de vacaciones. De la fauna que trabaja y viven en el noble inmueble, sólo los roedores permanecen en sus puestos. Como no hay nada que enseñar más allá de algunos cuadros y cuarenta y cinco escaños, los rectores de la institución consideran que es el momento adecuado para abrir puertas y ventanas a la sociedad. El Parlamento practica la transparencia una vez que se le ha vaciado de contenido. El resultado final es un turismo de baja intensidad deambulando por los pasillos con origen en Perú, Portugal o Valencia. Puertas abiertas cuando los titulares de la representación de los ciudadanos están ausentes y en las fechas en que menos le interesa el Parlamento a los asturianos. La propaganda oficial habla de puertas abiertas para acercar la institución a la gente, y el esfuerzo aperturista se realiza en el periodo del año en que los asturianos están más ajenos. Los rectores de la institución abren las puertas cuando hay menos gente dispuesta a traspasarlas. Una comedia. La segunda quincena de agosto sólo tiene un inconveniente para los estrategas de la operación transparencia: no hay curso escolar. Resulta imposible organizar un pleno parlamentario con niños de Primaria ejerciendo de diputados, una imagen cursi donde las haya, aunque debo rendirme a la evidencia: da mucho juego en los medios. Hay un hecho incontrovertible, con niños o con adultos, jamás un visitante del Parlamento le pide un autógrafo a un político, porque resultan irrelevantes para el público a pesar de su afición por ocupar pantalla. Niños y mayores prefieren para el recuerdo la firma de un deportista, actor, cantante, pintor o millonario.

Como las puertas estaban abiertas, Pedro Sanjurjo habló del atasco institucional español, un asunto que no está bajo su férula, pero que se encuentra relacionado con la experiencia parlamentaria. El presidente de la Cámara se sumó a la opinión mayoritaria: unas terceras elecciones serían un error; no se puede vivir en permanente campaña electoral; a falta de mayorías absolutas hay que aprender a negociar. En definitiva, una jornada amable, sin estridencias, propia de la canícula. Ya llegarán días tensos, distintos: de puertas cerradas.