Según se acerca la fecha del debate de investidura crece la percepción en el PP de que la cita parlamentaria se saldará con el rechazo a la reelección de Mariano Rajoy. Tanta preparación para terminar la ceremonia en un fiasco. A continuación los grupos de izquierda (PSOE, Podemos e IU) harán una potente campaña para descalificar al líder del PP, declarándolo no apto para ser presidente por decisión del Congreso de los Diputados. Van a poner toda la carne en el asador para convencernos de que la carrera política de Mariano Rajoy quedó clausurada el 30 de agosto. Volverán a sacar los casos de corrupción del PP, con los papeles de Bárcenas como documento más revelador de la inmundicia. Tras de ellos vendrán los recortes sociales, la incapacidad para hacer frente a los conflictos territoriales, etcétera. La primera quincena de septiembre no será muy agradable para el presidente en funciones. Rajoy ha acabado por aceptar que hay que pasar por esa penitencia para salir elegido presidente tras las elecciones vascas y gallegas, cuando se acerque la fecha disolver las Cámaras y convocar las terceras elecciones en un año. La amenaza de la convocatoria electoral va a dejar al rocoso Pedro Sánchez en moderado abstencionista. La celebración de otros comicios puede provocar la pérdida de diez o quince escaños para el PSOE obligando al flamante secretario general a escapar por la puerta de servicio. Siempre hemos mantenido que la única arma de Rajoy para doblegar a la oposición era poner en marcha la cuenta atrás del calendario electoral.

Hay ya una penosa, tortuosa y larga hoja de ruta para formar gobierno. Rajoy ha olvidado las prioridades que se había marcado la pasada semana con la celebración de un nuevo encuentro con Pedro Sánchez. Ha sido tan contundente el líder socialista en la negativa a apoyar al líder del PP que resulta inútil entrevistarse con él para hacerle cambiar de criterio. El presidente en funciones da preferencia a los contactos con Ciudadanos para cerrar un pacto. La negociación entre PP y Ciudadanos tiene un final cantado y resulta un poco ridículo el afán del partido de Albert Rivera por hacer ver que es el ganador de la negociación. ¿Qué es eso de poner fin a la estructura política de las diputaciones? En la próxima legislatura seguirá habiendo diputaciones porque constituyeron la base del poder caciquil de la derecha en Galicia, así que lo de quitarles la estructura política es pura retórica.