Ciudadanos (C’s) da un ultimátum al PP para relanzar la negociación de la investidura de Rajoy. Si en cuarenta y ocho horas no aprecian un cambio la negociación quedaría rota y el partido de Albert Rivera quedaría liberado de todo compromiso para la sesión de investidura. Girauta, portavoz parlamentario de C’s, asegura que no se han producido avances y que el tiempo se acaba. Desde la otra orilla, los dirigentes del PP piden calma y ponen el valor el trabajo hecho al afirmar que hay cien puntos acordados.
El ultimátum opera en las dos direcciones, ya que afecta tanto al PP como a C’s. Si se toma como hipótesis la ruptura entre los dos partidos, la consecuencia más evidente es que Rajoy se queda sin socios y Rivera sin política. El pronóstico compartido por todos para el debate de la investidura es que el candidato del PP será rechazado, con los votos del PSOE, Podemos y nacionalistas, así que el gran argumento de Rajoy para salir reelegido será el miedo a unas terceras elecciones. En el mes de octubre, cuando sólo haya dos opciones sobre la mesa -Rajoy o vuelta a las urnas-, Ciudadanos, como el PSOE, tendrá que actuar de forma constructiva para evitar un severo voto de castigo. Si este fin de semana C’s opta por romper la baraja no volverá a tener ningún protagonismo en la inevitable investidura de Rajoy.
No voy a defender el papel que juegan los negociadores del PP en las sesiones de trabajo con los dirigentes de C’s. Puede que actúen con prepotencia o que no hagan esfuerzos suficientes para responder a las exigencias de sus interlocutores. Ahora bien, me parece una actitud ingenua, propia de gente poco avezada en política, suponer que en una semana se puede dar la vuelta al Senado, como si fuese un calcetín, suprimir las diputaciones provinciales, y cambiar la forma de elección y funcionamiento en la cúpula del tercer poder del Estado. Pedro Sánchez y Albert Rivera hicieron esa tarea en marzo, pero ambos sabían que redactaban un programa para quedar en la oposición, mientras que ahora se trata de actuaciones del próximo gobierno. Rivera debe poner en un platillo de la balanza lo que le exige a Rajoy y en el otro el peso de los compromisos que asume. Resulta que por el simple voto de investidura, sin pacto de legislatura ni coalición de gobierno, el candidato a presidente debe dar el asentimiento a profundas reformas de Estado que tendrá que gestionar en solitario contra la oposición. No hay correspondencia