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Juan Neira

LARGO DE CAFE

CONJETURAS DE SEPTIEMBRE

La fracasada investidura de Rajoy abre un periodo en blanco, hábil para que los partidos revisen sus estrategias, sabedores de que el 31 de octubre termina el plazo para encontrar soluciones, pasándole el testigo al pueblo soberano.

La salida en falso del presidente en funciones ha puesto de manifiesto dos hechos inapelables: el bloqueo institucional se ha consolidado y pesa como una losa sobre la política y la sociedad española; la solución al bloqueo pasa por el PSOE, que es el único grupo que aparece en las dos caras de la moneda: absteniéndose permitiría un gobierno de centroderecha, y también puede optar a liderar una alternativa con todos los grupos que sienten aversión hacia Rajoy y el PP.

OTRAS ELECCIONES

La consolidación del bloqueo pone en primer plano la convocatoria electoral. La tercera cita consecutiva con las urnas es algo más que una hipótesis de trabajo. Si Pedro Sánchez no hace algo distinto a lo realizado hasta ahora la actual legislatura puede darse por liquidada, aunque nadie lo desee, empezando por los propios diputados que quedan en precario hasta que el voto les confirme en sus puestos, o no.

Ante este panorama, los comicios autonómicos en Galicia y País Vasco cobran una especial importancia al convertirse en un test para las elecciones generales. Los resultados que se obtengan serán objeto de extrapolación, dando lugar a valoraciones generales sobre el grado de aceptación de los partidos por parte de la sociedad.

Los comicios vascos y gallegos constituyen una oportunidad de oro para que Podemos y sus confluencias se resarzan del fracaso cosechado el 26 de junio, cuando iban a dar el “sorpasso” y perdieron un millón de votos con respecto a los comicios del 20 de diciembre. Pablo Iglesias y su “pandi” son unos aficionados que camina sin levantar cabeza desde la noche electoral.

En Galicia, si la suma de las confluencias de Podemos, nacionalistas y socialistas supera en escaños a la candidatura de Feijóo, será motivo suficiente para que Pablo Iglesias encabece una campaña, a lo largo del mes de octubre, en favor de que se forme en España un “gobierno a la gallega” (¿se acuerdan del “gobierno a la valenciana”?).

Galicia y País Vasco harán de banco de pruebas del proyecto socialista. Las dos veces que se presentó Pedro Sánchez como cartel electoral el PSOE obtuvo los peores resultados de su historia, primero rebajando en veinte escaños la marca que había dejado Rubalcaba y, seis meses más tarde, perdiendo otros cinco hasta dejar al PSOE con 85 escaños, menos del 25% de los diputados de la Cámara baja. Un mal resultado en Galicia y País Vasco haría disminuir, aún más, el ya menguado crédito que tiene Pedro Sánchez dentro de los dirigentes de su partido.

SÁNCHEZ

Todas las alternativas pasan por Pedro Sánchez que disputa la batalla en dos escenarios distintos, el Congreso de los Diputados y el seno de su partido. Sin entender que ambos están relacionados no se comprende la política que lleva a cabo.

Con un ejemplo se ve más claro. Si esta semana hubiera aceptado investir como presidente a Mariano Rajoy, en el congreso del partido que se desarrollaría en otoño quedaría descabalgado de la Secretaría General, pasando a ser un mero portavoz parlamentario. Los malos resultados electorales serían razón suficiente para proceder a un cambio en el liderazgo interno.

Para sobrevivir, a Pedro Sánchez sólo le vale convertirse en inquilino de la Moncloa, por eso rechaza la investidura de cualquier otro líder. De ahí su contumacia: “no es no”. Necesita tener abierta la batalla por el poder en el Estado, sabedor de que en esas condiciones quedará aplazado el congreso del PSOE.

Pedro Sánchez es consciente del papel de aguafiestas que ha jugado en el reciente debate de investidura, así que ahora toca lavar la imagen y ponerse al frente de una operación de consenso. En las continuas comparecencias que hará en el País Vasco y Galicia, durante las tres próximas semanas, lanzará el mensaje de la alternativa progresista, que incluye a Podemos y Ciudadanos. La misma operación que fracasó en marzo.

La diferencia entre antes y ahora estriba en el miedo a la convocatoria electoral. Tras lo sucedido en los comicios del 26 de junio –la pérdida del 20% de escaños de Ciudadanos y el millón de votos de Unidos Podemos que se volatizaron-, ambos grupos saben que están llamados a sufrir un recorte en su representación institucional en el caso de que haya unas terceras elecciones. Una secuencia electoral tan intensa favorece a los partidos establecidos, el bipartito (PP, PSOE) y las opciones nacionalistas, que tienen unas clientelas más estables.

¿El miedo a la pérdida de diputados será suficiente para armar una mayoría parlamentaria con PSOE-Podemos-Ciudadanos? Es muy dudoso, pero no es descartable. La otra alternativa pasa por un acuerdo entre PSOE, Podemos y nacionalistas. En este caso el problema vendría de los sectores que no estarían en la negociación: vieja guardia del PSOE y barones autonómicos.

De fracasar esas alianzas, sólo quedan elecciones anticipadas o abstención socialista para que gobierne el PP en minoría. Sánchez no dará el brazo a torcer e iremos por tercera vez a las urnas a no ser que Susana Díaz le doble la muñeca.

 

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por JUAN NEIRA

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