La campaña en las redes sociales contra Fernández Vara ha propiciado la primera escaramuza en las filas socialistas al salir en su defensa un grupo nutrido de notables. Susana Díaz ha lanzado dos mensajes, el primero destinado a ponderar a Fernández Vara y mostrar públicamente el afecto que le profesa, y el segundo dedicado a recordar a la dirección de su partido que con 85 diputados sólo se puede estar en la oposición. Rubalcaba, Chacón, Miguel Carmona, Eduardo Madina, Elena Valenciano, la vicepresidenta de Canarias, el número dos de Ximo Puig, entre un amplio elenco de cualificados militantes del PSOE, salieron en apoyo del presidente de Extremadura y deploraron la táctica del insulto y la insidia como forma de relación entre miembros de una misma formación política. Javier Fernández dejó su opinión en las redes: “Sin respeto no hay partido. Lástima que tengamos que recordarlo”. Las espadas están en alto.
Tras la cascada de mensajes la dirección socialista se lavó las manos: “estamos mirando qué ha pasado”. En realidad, deberían haber dicho que estamos valorando la que hemos liado, porque las campañas en las redes no son inocentes y en caso de duda es pertinente abrir el interrogante de los clásicos: ¿cui prodest? Es evidente que denigrar a un presidente autonómico que es crítico con la postura de la dirección del partido beneficia a Pedro Sánchez. Al ataque oficialista le sucedió el contraataque del sector crítico. Todavía no se le da ese nombre al conjunto de dirigentes y cuadros del PSOE que recelan del secretario general, pero no tardará en llevar adosada esa etiqueta. Hay dos bandos en la organización socialista y el líder del PSOE ha descartado la idea de gobernar para todos, sabedor de que la mayoría de los barones autonómicos y la vieja guardia (González, Guerra, etc.) no confían en él. Pedro Sánchez es consciente que el enfrentamiento va a ser traumático y escoge el terreno más favorable para dar la batalla. La dirección del partido está unida en torno a su liderazgo, pero se trata de gente con un nivel político muy bajo: César Luena o Meritxell Batet no son equiparables a Almunia o Solana. Con esto quiero decir que la capacidad de la actual dirección de influir en la población es prácticamente nula. Aunque para la batalla interna sólo importa el parecer de las bases que son muy sensibles al mensaje primario de Sánchez: el “no” es no. Qué caro le va a resultar al PSOE el enroque del líder.