Pedro Sánchez ha anunciado una ronda de contactos para ver si se puede formar el “gobierno del cambio”. Nunca había reconocido que iba a intentarlo ni tampoco tiene mandato del Comité Federal del PSOE para hacerlo. Resulta ocioso aclarar que el Rey no le ha encargado presentarse como candidato a la investidura ante el Parlamento. Es una iniciativa que toma el líder socialista por su cuenta, quizás arropado por la dirección ejecutiva del partido. A Podemos no le parece sincera la propuesta de Sánchez porque la petición de diálogo no va acompañada de un calendario de reuniones. El secretario general del PSOE emplaza a Podemos y Ciudadanos a levantar sus mutuos vetos. Pablo Echenique, secretario de organización de Podemos, niega que hayan vetado al partido de Albert Rivera. Desconocía que Echenique tuviera tan mala memoria. Me extraña que un hombre que vive de y para la política no recuerde que entre enero y marzo de este año Pablo Iglesias se negaba a hablar con el PSOE mientras Sánchez mantuviera conversaciones con Ciudadanos. Bien es cierto que Iglesias, de tanto chocar con la realidad, ha ido rebajando todas sus demandas y ahora acepta cualquier cosa.
Albert Rivera pronunció la frase afortunada del día: “la primera ronda de contactos que tiene que hacer Sánchez es con sus barones territoriales, no sé si sacará mayoría o no”. En efecto, el líder del PSOE no quiere reunirse con los principales representantes institucionales del partido y, al parecer, tampoco tiene prisa por verse las caras con sus potenciales aliados. Una cosa es lo que dice y otra lo que hace.
Los deseos de Pedro Sánchez chocan con dos obstáculos. Lidera un grupo que no llega a la cuarta parte de diputados de la Cámara y quiere unir en un mismo proyecto a Pablo Iglesias y Albert Rivera, vano intento. Albert Rivera ya tiene agotada su cuota de iniciativas para investir un presidente. En marzo fue del brazo de Sánchez al Parlamento y en junio perdió el 20% de los escaños; en agosto hizo la misma maniobra con Rajoy y las encuestas le pronostican una nueva bajada (seguro que está por debajo de los 30 escaños); si ahora forma trío con Pedro y Pablo va de cabeza al grupo mixto. Aunque nunca se sabe, Rivera es adicto a las rectificaciones: no es un hombre de palabra, sino de palabras. La única alianza verosímil de Sánchez es con Podemos y los independentistas, pero para eso hay que pasar por encima del Comité Federal y de la mayoría de los españoles.