Al parecer, Pedro Sánchez tiene un plan para derrotar al sector crítico del partido encabezado por los barones autonómicos. La hoja de ruta del secretario general está ayuna de argumentos, se basa enteramente en utilizar astutamente el calendario para batir a sus rivales que estarían carentes de tiempo para presentar una alternativa. El primer paso fue fijar la reunión del Comité Federal para el próximo sábado. Tres semanas más tarde las bases del partido elegirían secretario general, con diez días para recoger avales y otros diez para hacer campaña. A primeros de diciembre se reunirían los delegados en el congreso para ratificar al secretario general, elegir dirección y aprobar las ponencias. Esta última parte -me refiero al congreso- no tiene apenas importancia, porque las ponencias son irrelevantes y la composición de la nueva dirección no deja de ser un apaño que organiza el líder con las federaciones, negociando de una en una, reservándose toda la información y los demás a dos velas. En ese trámite tendría un destacado papel César Luena siguiendo los pasos de los anteriores responsables de organización.
Lo relevante es la elección del líder y el calendario está montado para que la gente no pueda escoger, en igualdad de condiciones, entre Pedro Sánchez y otro dirigente, ya que una alternativa no se monta en diez días. El plan quedaría desactivado si los barones autonómicos se portan como disciplinados militantes en el Comité Federal y no organizan una escandalera tras las previsibles derrotas electorales en Galicia y País Vasco, pidiendo la cabeza de Pedro Sánchez.
Tengo muchas dudas sobre la capacidad de los barones autonómicos para dar la batalla a Pedro Sánchez. Aún dudo más de su valentía para hacerlo. Ahora bien, si el líder del PSOE organiza una votación exprés para asegurarse la poltrona la respuesta de dirigentes y cuadros del partido debería ser histórica. No se pueden retorcer los procedimientos democráticos hasta el punto de hacerlos irreconocibles. Desde una perspectiva más general la visión que ofrecen las formaciones políticas es desoladora, porque todo esto ocurre en el seno del PSOE, que el partido que mejor tolera el pluralismo interno, junto con el PNV. Los demás grupos oscilan entre los liderazgos carismáticos y la esfinge de Rajoy. Lo más preocupante es que tras el golpe de mano interno vendrá la trampa de la alternativa de gobierno. Para eso no necesita a Luena.