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Juan Neira

LARGO DE CAFE

PSOE, LA HORA DE LA VERDAD

Los resultados electorales en Galicia y el País Vasco tienen importancia en sí mismos, no en vano se trata de dos comunidades autónomas con la etiqueta de “nacionalidades históricas”, habiendo sido la segunda protagonista principal de la política española durante muchos años. Pero en esta coyuntura, cuando faltan treinta y cinco días para que se termine el plazo de investir un presidente de gobierno en España, los datos que arrojen las urnas tendrán una lectura más urgente que la propiamente autonómica, al haberse convertido los comicios gallegos y vascos en un ensayo de lo que podrían ser las terceras elecciones generales en doce meses.
No importa que ambos comicios sean de distinta naturaleza (elecciones autonómicas y generales), ya que los números se analizarán haciendo abstracción de esa circunstancia. Los votos depositados permitirán contestar interrogantes abiertos el 26 de junio: ¿Podemos está a la baja o repunta? ¿Sigue la tendencia electoral declinante que acompaña al PSOE de Pedro Sánchez? ¿El PP se mantiene fuerte aunque sea gracias al rostro de Feijóo? ¿Es posible un gobierno tripartito entre la izquierda y los nacionalistas, en Galicia, como anticipo del proyecto de Sánchez para España? ¿El PNV planteará un trueque al PSOE para poder gobernar: Madrid por Vitoria?
Al extrapolar los resultados regionales en guarismos nacionales los ojos estarán volcados, sobre todo, en el PSOE, partido que tiene la sartén por el mango de la gobernabilidad española al poder hacer un acuerdo con fuerzas de izquierda e independentistas, o dejar gobernar a Rajoy, con un programa impuesto o autorizado por los socialistas.
Una pérdida sensible de escaños del PSOE, en el País Vasco y Galicia, sería negativa para los intereses de Pedro Sánchez. Mantener el número de diputados constituirá una sorpresa mayúscula y un éxito rotundo del líder socialista.
DOS BANDOS
Acabado el recuento de las urnas, los votos se convertirán en arma arrojadiza entre los dos bandos en que se ha dividido el PSOE: partidarios del secretario general y sector crítico, encabezado por la mayoría de los barones autonómicos y respaldado por la vieja guardia al completo (González, Guerra, Almunia, Solana, Rubalcaba, etc.).
Salga el PSOE peinado o trasquilado de las urnas, la pelea está asegurada. No hay posible tregua o aplazamiento. El discurso de Pedro Sánchez en la sesión de investidura de Rajoy dejó escaso espacio para el entendimiento, pero la revelación de la hoja de ruta del líder socialista, con las bases eligiendo por sufragio universal al secretario general el próximo 23 de octubre, activó la espoleta que dará paso a la mayor batalla interna en el PSOE desde el inicio de la democracia. Un choque frontal con vencedores y vencidos. Semana de pasión socialista.
Pedro Sánchez cometió la infinita torpeza de hacer pública su hoja de ruta con antelación. Un plan perverso, que contiene una votación-exprés para la Secretaría General sin dar tiempo a que los rivales organicen una alternativa, merecería estar firmado por Maquiavelo si lo hubiera reservado en primicia para el Comité Federal del próximo sábado, pero prefirió darlo a conocer para amedrantar a sus oponentes con el objeto de que no le plantearan excesivos problemas.
El resultado final es que todo el mundo sabe a qué atenerse: la reunión del Comité Federal es la única ocasión para desbaratar la hoja de ruta de Sánchez, en caso contrario, se hará definitivamente con el control del partido y tendrá manos libres para pactar con los independentistas, y en caso de que no pudiera tejer esa alianza nos llevaría a todos de cabeza a las terceras elecciones generales, que tendrían un resultado no muy distinto de las del 26 de junio, pero eso a Sánchez le trae sin cuidado.
El plan del líder socialista está orientado en función de sus expectativas personales, por eso el objetivo principal es la Secretaría General del PSOE. A partir de ese cargo tiene asegurado el perfil institucional, tanto sea como parlamentario o, en el supuesto de que las alianzas le sean propicias, como presidente de gobierno.
GOBIERNO
¿Qué gobierno? Es evidente que no con Ciudadanos y Podemos, porque Albert Rivera no va a morder ese anzuelo, sino con la heteróclita entente de izquierdistas y nacionalistas: Podemos, ERC, PDC, PNV. Los socios de Sánchez comparten dos características: están a favor de un referéndum de autodeterminación para Cataluña, País Vasco, Galicia y cualquier otra comunidad que lo plantee, y todos están en contra de la Constitución, recurriendo a fórmulas alambicadas para expresar públicamente su acatamiento. Conclusión: el “gobierno del cambio” implica el cambio del sistema.
El núcleo semántico del discurso de Sánchez es el “no”. Con la bandera del “no” ha ganado a las bases socialistas que descubren cómo pueden perder repetidas elecciones e impedir que gobierne el ganador. Sánchez garantiza que no gobierne la derecha aunque ello implique que en España no haya gobierno. Una estrategia tan defensiva, negativa y sin futuro nunca se hizo un hueco en la línea política del PSOE.

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por JUAN NEIRA

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