Nunca la política nacional dependió tanto del órgano de dirección de un partido como ocurre ahora con el comité federal del PSOE. El pasado 2 de Octubre pudo el citado comité haber sentenciado el adelanto electoral, con primarias-exprés para elegir candidato, pero la votación se decantó por la comisión gestora, con la obligada dimisión del secretario general.
No obstante, esa decisión se va a revisar dentro de unos días cuando se reúna nuevamente el comité para elegir entre rechazar la investidura de Rajoy o abstenerse. Si gana el bando del “no” se irá de cabeza a los terceros comicios consecutivos, y habrá que organizar aprisa y corriendo unas elecciones primarias a las que acudirá, obviamente, Pedro Sánchez, sin tener enfrente un candidato definido.
JAVIER FERNÁNDEZ
La pelota sigue en el tejado, aunque ahora esté Javier Fernández al frente del partido tratando de reconducir el debate a unas coordenadas racionales (¿qué le interesa a España? ¿qué le interesa al PSOE?). Poner el foco en la imposibilidad de pacto con un partido corrupto es buscar una disculpa en ausencia de argumento, porque puestos en esa tesitura tampoco se podría pactar con el PSOE en algunas comunidades autónomas, y nadie estableció ese tipo de vetos.
Algunos dirigentes socialistas, temerosos de la decisión del comité federal, proponen que la postura del PSOE ante la investidura de Rajoy la decidan las bases del partido en una consulta colectiva. Si se recurre a ese método mejor se van para casa los parlamentarios y los dirigentes del PSOE, y a partir de ahora se pregunta a los de abajo que deben hacer o decir los de arriba. La democracia dejaría de ser representativa, porque no tiene sentido tener representantes que no pueden ejercer su papel de representación.
No entiendo por qué los seguidores de Pedro Sánchez se sienten molestos cuando Javier Fernández habla de la “podemización” del PSOE, si son ellos los primeros en imitar los métodos de Pablo Iglesias. Dejar la decisión en manos de las bases es una forma descarada de eludir la responsabilidad y cargar los errores en la cuenta de Fuenteovejuna.
El PSOE está en un atolladero derivado de la forma atropellada y sectaria de tomar las decisiones por parte de Pedro Sánchez. El ex secretario general impuso una visión artificiosa sobre la investidura de Rajoy debido a su incapacidad para explicar las derrotas electorales.
La noche electoral del 20 de diciembre, al confirmarse que el PSOE tenía 90 escaños, declaro: “hemos hecho historia y el futuro es nuestro”. La noche del 26-J redujo las urnas a un duelo con Podemos, “somos la fuerza hegemónica de la izquierda”. Y tras la debacle de las elecciones gallegas y vascas, el pasado 25 de septiembre, no quiso dar la cara y mandó a César Luena a ponerse delante de cámaras y micrófonos. Un gesto sin precedentes.
Toda la campaña del “no a Rajoy” nació de la necesidad de ocultar la realidad electoral del PSOE, sin querer analizar que el bloqueo institucional acaba, a la larga, reforzando al PP y perjudicando al PSOE, como señala la cadencia de los resultados electorales habidos en los últimos nueve meses.
Antes de votar, los miembros del Comité Federal deberían de pensar que todavía tienen 85 escaños y un partido que integra a todos los socialistas españoles. De reafirmarse la tesis del “no”, ambos activos se perderán. El PSOE necesita ganar tiempo para evitar el “sorpasso” de Podemos y alejar la ruptura interna.
PABLO IGLESIAS
Pablo Iglesias acaba de mover pieza a la casilla equivocada: apuesta por la izquierda radical y el fin de la ambigüedad. Nada de populismo, hay que terminar con la alternativa interclasista (“nuestra credibilidad es no disfrazarnos”). Es su cuarto registro en menos de dos años.
Todos lo conocimos a través de la pantalla, con la prédica de “la gente” contra “la casta”. Luego (31enero 2015, manifestación en Madrid, “la marcha por el cambio”) despareció la casta. Más tarde (campaña electoral 20 de diciembre) inauguró la etiqueta socialdemócrata, con el PSOE como potencial competidor. Ahora, reestrena el discurso radical.
Otro día habrá que centrarse en la evolución de Podemos para ver que todos los cambios de Iglesias responden a una visión oportunista de la política. Ejemplo: el actual giro está motivado por la necesidad de batir a Íñigo Errejón con la complicidad de las bases, de ahí su apelación a reactivar los círculos.
Si los socialistas retoman las tesis de Pedro Sánchez convergerán con Podemos, aunque no fuese su voluntad. Para el elector ocuparán el mismo espacio, que también pisa IU. Con ese discurso la primacía electoral le corresponderá a Podemos.
El polo de izquierdas no será tanto una respuesta a Rajoy, cuanto una alternativa al “sistema del 78”, como ellos lo denominan. Sospecho que esa no es la posición mayoritaria en el electorado del centro-izquierda.
Los distinguidos miembros del comité federal socialista deberían pensar en estas cosas y olvidarse de ajustes de cuentas. El dúo, Sánchez-Luena, ya tuvo su oportunidad. Todavía queda capital sin dilapidar, y la historia les ha reservado una oportunidad para salir del atolladero y constituirse en alternativa al gobierno de Rajoy.