Parece que el presidente Rajoy quiere someter a una cura de imagen al Ejecutivo cambiando el nombre de los ministerios y poniendo al frente de los mismos a personas competentes para reforzar los logros económicos, recuperar el perfil social y negociar con la Generalitat catalana. El tiempo dirá si la mudanza de imagen y estilo se acompaña con una variación sustancial de la línea política.
No es fácil hacer pronósticos con Rajoy por el medio, un hombre misterioso que toma, frecuentemente, la palabra con el único propósito de despistar a sus interlocutores y capaz de disociar rostro e imagen de sus verdaderos propósitos. Ruiz Gallardón le creyó y quedó colgado de la brocha, debiendo abandonar precipitadamente el Ministerio de Justicia. Lo había nombrado ministro para verlo dimitir y quitarse de encima el único competidor que tenía en la dirección del partido, con la excepción de Esperanza Aguirre. En el otoño de 2010, Cascos se dio cuenta de los planes que albergaba Rajoy para Asturias, y planeó en secreto el nuevo partido y la estrategia. Por eso Rajoy quedó sorprendido cuando tras nombrar a Pérez Espinosa como candidata autonómica comprobó que Cascos dejaba el carné del PP e iniciaba la escalada al poder.
Mientras se decide Rajoy es interesante comprobar la hazaña inmobiliaria de Ramón Espinar, el hombre de Pablo Iglesias para Madrid. Siendo chico compró un piso en Alcobendas, con un supuesto préstamo de sus padres. A los nueve meses lo vendió por el precio máximo autorizado logrando una plusvalía de 30.000 euros. En la España del ‘boom’ inmobiliario a eso lo llamaban pelotazo. Pero como el protagonista es de Podemos dijo que nada de especulación, que lo había comprado para vivir, pero como comprobó que su sueldo estaba por debajo de la letra del piso lo puso a la venta. ¿Conocen ustedes a muchos estudiantes universitarios que compren piso por su cuenta? ¿Y de los que conocen cuantos enajenan la propiedad a los nueves meses embolsándose un jugoso beneficio? Si esa aventura inmobiliaria la hubiera hecho un dirigente del PP o del PSOE, a estas alturas estaría todo el mundo agregándolo al serial de la Gürtel, de Púnica, de las regulaciones de empleo andaluzas, etcétera. Pero no, señores, es el líder de la revolución madrileña. Ahora ya entiendo por qué Gabino de Lorenzo, al empezar la campaña de las elecciones generales de 2008, dijo esta premonitoria frase: «Tarzán y su… madre buscan piso en Alcobendas».