Los primeros resultados de las Primarias en Podemos dan ventaja a Pablo Iglesias sobre Íñigo Errejón. Las victorias en Madrid, Andalucía y Extremadura así lo acreditan. No obstante, el secreto de los triunfos reside en la capacidad para forjar alianzas de Iglesias con otras corrientes del partido, como los agrupados bajo la rúbrica de “anticapitalistas”. El discurso de Errejón lo ven tan moderado que prefieren asociarse a Iglesias que promete cosas tan atractivas, como “luchar, crear, poder popular”. Me resbalan por la cara lágrimas de nostalgia recordando aquel documental de los años setenta, “La Batalla de Chile”, donde se coreaba la consigna de Iglesias.
En Podemos todo camina hacia el reforzamiento del hiperliderazgo de Iglesias en el partido. Me parece muy indicativo lo que pasó en Madrid con la victoria de Ramón Espinar, vicario del líder en la capital. Comprendo que ganar a Rita Maestre no es una hazaña. La oí hablar varias veces, con motivo de la campaña de las Primarias, y me pareció de una simpleza sobrecogedora. Entiendo que se haya realizado personalmente asaltando la capilla. Ahora bien, que los anticapitalistas no tengan reparo en votar a un señor que supo moverse en el mercado inmobiliario, siendo todavía estudiante, para obtener una plusvalía de 30.000 euros (no entiendo por qué se dice que son 20.000, cuando en el mundo de los negocios siempre se habla de cantidades brutas, no netas) resulta admirable. Hay miles de militantes de Podemos en la capital y van a encumbrar al único que sacó beneficio de una vivienda social, tras acceder a la oferta por una vía restringida que no está ideada para el pueblo liso y llano. Este señor y su jefe trataron de convencernos de lo habitual que resulta ver a los estudiantes universitarios comprar pisos en Alcobendas y venderlos, a continuación, en cuanto sube su valor en el mercado, sin necesidad de habitarlos. Las familias populares consideran que la vivienda social es un refugio, y Espinar la entiende como valor refugio. Pequeña diferencia.
No hablo de una anécdota. Si un partido que tiene todo su discurso político basado en la ética es capaz de premiar esas conductas, cuando sólo tiene dos años de andadura, da miedo pensar lo que aceptará cuando haya pasado por largas estancias en los gobiernos. Espinar es senador, diputado autonómico y jefe del partido en Madrid. Tres cargos cuando su código ético habla de no tener más que uno.