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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LOS MISMOS PRESUPUESTOS

Las instituciones autonómicas, en Asturias, carecieron de protagonismo hasta que la derecha alcanzó el Gobierno. La problemática autonómica se inició con Sergio Marqués en el poder. Antes, la Junta General del Principado, y el gobierno emanado de ella, no pasaban de ser la adaptación obligada de la Diputación Provincial al formato autonómico. Sin competencias, sus decisiones resultaban intranscendentes. A todo ello contribuía una oposición sin fuste que se abrazaba con el Gobierno.
Con Marqués fue distinto, ya que tuvo que defender la dignidad de las instituciones autonómicas de un ataque por tierra, mar y aire dirigido desde el aparato de su propio partido. En el resto de España se preguntaron por lo que ocurría en la política asturiana cuando vieron al presidente del Principado refugiado en el Grupo Mixto. La defensa del autogobierno de las injerencias de Madrid, realizado por Sergio Marqués, significó la puesta de largo de la autonomía asturiana.
Álvarez Areces también vivió una situación anómala cuando el grupo parlamentario socialista, apoyado por PP e IU, legisló en contra del Gobierno socialista aprobando una ley de Cajas que devolvía a Manuel Menéndez a la presidencia de la entidad. La FSA, con Villa como hombre fuerte, quiso aprovechar el galope del asturcón para derribar al Gobierno socialista. Casi lo logran.
Una tercera anomalía -aunque mucho más leve que las dos anteriores- ocurrió cuando el PSOE y el PP unieron sus escaños para rechazar el presupuesto de 2012, elaborado por Foro. De ese rechazo salió el adelanto electoral y la vuelta de los socialistas al poder, que era lo que pretendían PSOE y PP cuando votaron contra las cuentas de Cascos.
SIESTA
Como se puede ver, el protagonismo de la Junta General del Principado nunca estuvo en el normal desarrollo de su actividad; durante todos estos años fue una institución mortecina. Con casi tantos periodos vacacionales como de trabajo, desganada para legislar, burocrática en el control del Ejecutivo, la Cámara asturiana no perdió su estilo lánguido ni con la constitución de las comisiones de investigación, una moda del pasado mandato. Son tan previsibles que se pueden redactar las conclusiones sin escuchar el testimonio de los comparecientes.
La siesta parlamentaria sufre todos los años una interrupción cuando se abordan los presupuestos. Cada vez me llama más la atención lo que sucede en los dos últimos meses del año. El proyecto de presupuestos, celosamente guardado por la consejera de Hacienda –o consejero-, se da a conocer con gran optimismo, como si fuese la solución a nuestros problemas de desempleo, salario social, educación, sanidad, guardería, ganadería o industria. La oposición se parte en dos: unos descalifican la propuesta gubernamental y los otros consideran que falta esto o aquello.
Pues bien, año tras año, el gobierno de turno presenta las mismas partidas, con el gasto social acaparando dos tercios del presupuesto, los planes de empleo fotocopiados, y la inversión cuadrando las cuentas, una vez hecha la reserva para el imperativo categórico de la deuda.
Bien es cierto que hace diez años, cuando la recaudación fiscal era más elevada, y la deuda más baja, había más dinero para gastar, pero las prioridades eran las mismas, y la relación entre las partidas guardaba la misma proporción que ahora. En Asturias, hecho un presupuesto se hacen ciento.
Quiero decir que gobierno y oposición representan todos los otoños una comedia cuyo guion se escribió hace muchos años.
En el año 2010, al inicio de la crisis económica, el presupuesto del Principado alcanzó el momento de mayor expansión, con 4.428 millones de euros (el presupuesto consolidado llegaba a los 4.600). Pues bien, entonces, el gasto social sólo se diferenciaba en 10 millones de euros con el proyecto de presupuestos para 2017. Pese al crecimiento del salario social, la cifra total es muy similar. En Sanidad, pese al gasto que supone la financiación del Huca, la distancia entre lo presupuestado en 2010 y 2017 no alcanza los 50 millones.
CUENTAS FIJAS
Hay una identidad general entre presupuestos lejanos, aprobados en coyunturas distintas. Tiene uno la sensación de que los consejeros de Hacienda, en Asturias, toman como borrador el cuadro del año anterior y sobre él hacen pequeñas modificaciones.
Me atrevo aconsejar al Principado que presente el proyecto para el próximo año diciendo que en gasto social nos portamos como siempre. Sólo reducimos en Educación porque cada año hay menos niños, menos maestros y cerramos aulas y centros.
Al final de la exposición deben aclarar que la inversión cayó en picado con respecto a la presupuestada hace unos pocos años. Esa sí que es una variación, que se corresponde con la subida de la deuda. Lo que perdemos en inversión lo ganamos en deuda, así queda claro que no hipotecamos el futuro para asumir riesgos, sino que lo hacemos para pagar sueldos del Administración pública, para la que trabajamos todos, unos en horario de mañana, y el resto en régimen de jornada partida para poder pagar los garbanzos, los zapatos y los impuestos.

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por JUAN NEIRA

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