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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA FICCIÓN DEL PRESUPUESTO

La negociación entre los grupos de izquierda sobre el proyecto de presupuestos del Principado ha finalizado sin acuerdo. El diálogo se inició bajo el embeleco de estudiar una reforma fiscal y concluyó hablando sobre las cuentas. El tripartito de izquierdas (PSOE-Podemos-IU) se quiebra. La aspiración de Javier Fernández de presidir un gobierno respaldado por una sobrada mayoría parlamentaria se ha vuelto a frustrar. El obstáculo insalvable es el entendimiento entre PSOE y Podemos.
Entre los socialistas e IU no hay ningún obstáculo. Los impuestos medioambientales planteados por Gaspar Llamazares no están en el programa del PSOE, pero los socialistas saben que agradan a la opinión pública (para una mayoría desinformada la imposición verde siempre es bien recibida), y merece la pena ceder para mantener un fiel aliado.
Tanto en el pasado año, como en este, todo lo que plantea IU es susceptible de integrarse en el proyecto de cuentas de Javier Fernández. Por encima de los asuntos concretos de la negociación, el PSOE considera que Gaspar Llamazares es un político fiable. La confianza personal es un asunto básico para llevar a buen puerto cualquier negociación.
PODEMOS
Podemos está en plano opuesto para los socialistas: ni les une una larga historia de acuerdos, ni comparten el discurso ni son fuerzas complementarias. Podemos es el rival que nunca tuvo el PSOE en la disputa del voto de izquierdas. IU, oficialmente, está a la izquierda de la izquierda, como bien lo recordaba Julio Anguita, mientras Podemos es más sutil: está en todos los sitios donde se pueden ganar votos. Un amigo me decía el otro día que eran una fuerza típicamente oportunista.
El reciente debate sobre el estado de la región sirvió para comprobar la hostilidad que preside la relación entre ambos grupos. Con ese precedente, confiar la suerte de los presupuestos a la alianza con Podemos es contribuir al teatro (el postureo que dicen todos los que tienen dificultad para expresarse). Podemos pide rebajar el sueldo de los altos cargos, propuesta de imposible aceptación por el PSOE; los seguidores de Pablo Iglesias pretenden reformar el IRPF gravando más a los que ganan por encima de los 60.000 euros, y los socialistas sienten temor por una campaña sobre el infierno fiscal asturiano; Podemos desea cerrar chiringuitos, mientras el PSOE defiende con uñas y dientes el sector público regional. Sobre inversión y deuda ambos grupos dicen cosas opuestas.
Carece de sentido montar una negociación presupuestaria sobre el principio de circunscribir el diálogo a las fuerzas de izquierda. Una orientación fallida que sólo se realiza desde el Principado por la necesidad de querer subrayar la imagen de izquierdas del PSOE, algo que resulta vital tras permitir la investidura de Mariano Rajoy con la abstención en el Congreso de los Diputados.
El movimiento hacia el centro de la comisión gestora hay que equilibrarlo con un salto a la izquierda en el Parlamento asturiano. Las servidumbres propias de quien asume dos responsabilidades.
El PP sólo pide una leve modificación fiscal del Impuesto sobre Sucesiones. Aplazar la negociación lleva asociado un problema: la consejera de Hacienda registra el lunes el proyecto de presupuestos en el Parlamento y los ingresos ya no se podrán alterar. O este fin de semana negocian Dolores Carcedo y Mercedes Fernández el cambio en el Impuesto de Sucesiones, o al final quedará regulado tal como querían PSOE y Podemos.
LA TRAMPA
Así llegamos al punto nodal del debate asturiano de presupuestos. El discurso -la propaganda- va por un lado y la realidad por el otro. Las partidas presupuestarias son básicamente las mismas desde hace un montón de años. Valen para la izquierda, la derecha y el Grupo Mixto (cuando lo hay).
En vez de reconocer esta realidad, la izquierda habla del compromiso social de un presupuesto progresista, sin cambiar un número, y la derecha es capaz de presumir del relanzamiento de la economía gracias a sus enmiendas ¿Reír o llorar?
El gasto social se lleva dos de cada tres euros, gobierne quien gobierne, y el desfase del gasto en Sanidad y salario social está garantizado. Hay las mismas razones para rechazar el proyecto de cuentas para 2017 que el pasado año, si bien, con cifras semejantes, se aprobaron los presupuestos de 2015.
Asistimos a un sainete interpretado por adustos señores de corbata mezclados con adolescentes treintañeros, cuyo final tiene que ver con estrictas razones de partido que no coinciden, para nada, con los intereses generales de Asturias.
La única novedad de los últimos ejercicios es el hundimiento de la inversión para poder mantener el gasto social en los mismos niveles que durante los años de crecimiento. El empleo se sacrifica en beneficio del gasto corriente.
Por lo demás, la deuda sigue creciendo porque no hay ingresos para financiar el gasto de los presupuestos. Los chiringuitos de hoy serán pagados por las generaciones del mañana. Que los hijos o los nietos paguen las bromas de Sogepsa, Sedes o la Zalia, tiene delito.
Vistas las cosas, desde una perspectiva lúcida, las cuentas resultan disparatadas, ya que crean más problemas de los que resuelven.

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por JUAN NEIRA

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