El veinticinco aniversario de la constitución de la agrupación socialista en Taramundi se celebró con un acto político al que estuvo invitado Eduardo Madina que habló sobre “un PSOE necesario para España”. Madina es conocido por haber sido candidato a la Secretaría General de su partido en las primarias de 2014, en las que compitió con Pedro Sánchez y José Antonio Pérez Tapias. El dirigente socialista vasco era, en aquella ocasión, el hombre del aparato (Rubalcaba, vieja guardia, principales dirigentes autonómicos), pero perdió ante el inesperado giro que tomó la situación cuando Sánchez y Susana Díaz hicieron tándem para ganar en las urnas. De esa peripecia cabe sacar tres enseñanzas: Madina es antagonista, por excelencia, de Sánchez; el dimitido secretario general demostró hasta qué punto es audaz y logró dar la vuelta a los pronósticos; las dificultades internas del PSOE en los últimos años tienen mucho que ver con el desfase temporal que existe entre el calendario socialista y la hoja de ruta de Susana Díaz, en otro caso nunca habría apoyado la dirigente andaluza a un tipo que iba por libre, sin cartas de recomendación, y la ambición en la mirada.
El sábado, desde Valencia, Pedro Sánchez reaparecía para decir que el tiempo de la comisión gestora se ha acabado, y el domingo, desde Taramundi, Eduardo Madina pedía tiempo –sin límites- para hacer la digestión de las derrotas electorales, perfilar el proyecto socialista para los próximos años y configurar los equipos directivos encargados de sacar adelante la tarea. Para convencer al auditorio de que no hay prisa para convocar el congreso, hizo un retrato extraordinariamente laudatorio -personifica los valores, los principios, la serenidad, la coherencia, la profundidad intelectual y ética- de Javier Fernández. De hacer caso a Madina parece claro que es mejor que siga la comisión gestora al frente del PSOE a que se elija una nueva comisión ejecutiva.
Los plazos que fijan los estatutos socialistas para las comisiones gestoras se incumplen, sin que haya consecuencias. Los socialistas vienen de un durísimo enfrentamiento interno y el congreso debe servir para restañar las heridas. Si el congreso se celebra pronto se corre el peligro de que cristalice la división interna con la elección de una dirección que represente sólo a una de las partes. Por esa vía, el PSOE no recuperará el papel que tenía en España. Deben medir muy bien los pasos.