Dolores Carcedo registró en la Junta General del Principado el proyecto de presupuestos para 2017. Un trámite rutinario que todos los gobiernos convierten en pequeño espectáculo. Recuerdo la llegada de Miguel Boyer al Congreso de los Diputados con una furgoneta cargada de cajas que estaban, a su vez, llenas de folios con las partidas del presupuesto del Estado. Ahora la técnica ha avanzado más que la política, y el mastodóntico documento cabe en un lápiz USB. Un instrumento de 25 gramos que sostenían a cuatro manos la consejera de Hacienda y Pedro Sanjurjo.
Dolores Carcedo hizo una presentación interesante del proyecto, diciendo que se trata de un presupuesto abierto que contiene aspectos válidos para distintas fuerzas políticas. Hábil para ser apoyado por la izquierda y la derecha, indistintamente. Queriendo vender la mercancía, la consejera estuvo más sincera que nunca. En efecto, estamos ante el presupuesto estándar del Principado -como ya hemos dicho recientemente desde estas líneas-, que han apoyado PSOE, PP, IU y UPyD, en distintos ejercicios. Unas cuentas que se repiten año tras año, con dos terceras partes del montante destinadas a servicios sociales. Tiene tres vectores al alza: sanidad, salario social y deuda, como siempre. La estructura de la Administración autonómica se mantiene inalterable y la inversión es la pariente pobre de las cuentas pese a tener como principal objetivo la lucha contra el paro. Una ensalada de cifras que no se puede calificar de izquierdas ni de derechas, porque está pensada para hacer frente a las propias exigencias de la Administración. Si la oposición se muestra generosa, o posibilista, evitará presentar enmiendas a la totalidad y se pasará al juego de las enmiendas parciales, donde cada partido mirará por su clientela.
Para Podemos, el Gobierno socialista ha dado un portazo y el proyecto es más asequible para el PP que para ellos. El PP considera que le será muy difícil votar a favor, ya que pidieron la supresión del Impuesto de Sucesiones (Mercedes Fernández afirmó que también le serviría elevar el mínimo exento a los 400.000 euros),¡ y no les han hecho caso. Se inicia la fase de las críticas globales, que no aclaran el sentido del voto. Si el PP e IU se abstienen en la votación de las enmiendas a la totalidad, habrá cuentas. En caso contrario se prolongará el presupuesto de 2015, que es como el actual, pero contó con el voto afirmativo del PP.