El próximo día 12, los “sanchistas” tienen una cita en la sede socialista de Gijón para renovar su mensaje de “congreso y primarias, ya”. La movilización del sector crítico se producirá dos días antes de la reunión del Comité Federal para aprobar el calendario del partido. Los seguidores de Pedro Sánchez saben que para ellos es clave adelantar el congreso no vaya a ser que el recuerdo de su líder quede diluido entre los acontecimientos de la vertiginosa actualidad. El mensaje del ex secretario general es tan emocional como vacío de contenido: “no es no”. Se supone que si volviese a llevar la batuta del partido trataría de presentar una moción de censura a Rajoy para sustituirlo por una coalición radical, cuyo centro de gravedad estaría a medio camino entre el PSOE, Podemos y los independentistas. A lo mejor prefería una vuelta a la secuencia electoral para llevar a los españoles a un callejón sin salida con una tercera convocatoria a las urnas de la que saldría un reparto de escaños no muy distinto del actual. El caso es alcanzar el poder sin reparar en costes. Ni que decir tiene que los beneficiados por esa estrategia serían los nacionalistas que se sienten constreñidos por la Constitución y los nuevos Robespierre que abominan del sistema democrático nacido de la transición. Con Pedro Sánchez y sus aliados, España sería un carajal, pero los “sanchistas” no quieren hablar de ese horizonte, se conforman con denostar a la comisión gestora y convertir en discurso político la añoranza por su líder.
El pulso entre oficialistas y “sanchistas” tiene un especial aliciente en Asturias, ya que la crítica de estos últimos se centra en Javier Fernández. Como pasa tantas veces en política se suman churras y merinas, y de esa forma el sector crítico crece al coincidir los contrarios a la gestora con todos lo que tienen cuentas pendientes con la actuación de Javier Fernández como presidente del Principado. En este último apartado hay que citar a la cúpula del Soma que no sería tan activa en la guerra interna del PSOE si Javier Fernández hubiese sido más beligerante con la liquidación del sector minero. Otro ejemplo de cómo la política se nutre de resentimiento son los ex altos cargos del Principado que están en masa alineados en el sector crítico. La bandera del “no es no” cobija todo tipo de sensibilidades: sindicalistas sin bases, políticos expulsados del despacho oficial y sinceros admiradores de Pedro Sánchez.