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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA TEORÍA DE FERNÁNDEZ Y LA CARTA DE LÓPEZ

De todos los procesos congresuales que se van a realizar este año, el más importante es el que afecta al PSOE. Por dos razones: es el partido donde está la militancia más dividida, y en el que las cuitas internas tienen una mayor incidencia en las instituciones.

En el PP y Ciudadanos, el peso de sus líderes asegura la unidad. En Podemos, hay una pugna entre los dos principales dirigentes, pero las probabilidades de entente, la posibilidad de llegar a un acuerdo, aunque sea un simple apaño, es mucho más elevada que el pacto entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, por nombrar las dos principales figuras de los sectores en discordia.

Si ponemos el foco de atención en la gobernabilidad del país, lo que pueda suceder en el PSOE tiene una transcendencia muy superior a lo que se ventile en los congresos de los otros partidos. Si el próximo secretario general sale de las filas del oficialismo, el PSOE se moverá en las coordenadas de una oposición convencional, permitiendo gobernar a Rajoy, pero firme en exigencias sociales; cerrará filas con el Gobierno del PP en defensa de los valores constitucionales y rechazará cualquier aventura independentista.

Si los ‘sanchistas’ ganan la batalla del congreso habrá una moción de censura a Rajoy, fruto de una alianza con Podemos y los nacionalistas, preludio de un gobierno de coalición con radicales e independentistas. Una vía ignota en cuarenta años de democracia.

Guste o disguste, el futuro político de España y, por supuesto, la suerte de esta legislatura dependerá de cómo resuelvan los socialistas el nudo de su congreso. Para ser más exactos, todo lo anterior está en función de quién será el ganador de las elecciones primarias que tendrán lugar el próximo mes de mayo.

En el Comité Federal se fijó la fecha del congreso –16 y 17 de junio– reduciendo a la nada la queja del sector crítico sobre el aplazamiento del cónclave. Hay cosas contra las que se puede gritar, pero no se puede votar no: sólo hubo cinco votos en contra de la fecha propuesta por la comisión gestora. El fantasma del aplazamiento ‘sine die’ quedó diluido.

Digamos de pasada que resultaba cómico ver cómo se quejaban los ‘sanchistas’, estos meses pasados, de la dilatación de la fecha del congreso, dando como argumento que Rajoy podía disolver Las Cortes en junio sorprendiendo a los socialistas en precario. Lo decían los mismos que aplaudieron el calendario exprés planteado por Pedro Sánchez, en el mes de septiembre, que implicaba la celebración del congreso en paralelo a la campaña electoral a la que se verían abocados los españoles si triunfaba la estrategia del ‘no es no’.

EL DISCURSO

De la reunión del Comité Federal lo más notable fue el discurso de Javier Fernández. Desde que fue elegido presidente de la comisión gestora no había tenido ocasión de hablar al plenario de la dirección del partido en unas condiciones mínimas de receptividad por parte de la audiencia.

Fue un discurso largamente meditado y escrito con la pretensión legítima de quedar inscrito entre las grandes piezas discursivas de los líderes socialistas españoles. El drama que vive el PSOE, la situación de encrucijada de España, creaban las condiciones adecuadas para una reflexión de altura.

Partió de la premisa de la lealtad y de la realidad del PSOE, como partido de oposición. La lealtad al país está por encima de la que se tenga al partido y a la gente. El PSOE debía abstenerse tras las elecciones del 26-J; el problema para los dirigentes es que no se podía hablar sin tapujos a la militancia y, a la vez, tratar de ganar el congreso. Sin mencionar a nadie, quedó claro cómo se gestó el ‘no es no’ y cuál fue la prioridad de Pedro Sánchez: luchar por ganar el congreso poniendo en segundo lugar los intereses de España.

Sobre la cuestión que dividió al partido –la abstención ante la investidura de Rajoy– señaló que fue una decisión difícil, pero tomada democráticamente (la votación del Comité Federal) ante el callejón sin salida de las terceras elecciones generales. Para replicar al simplismo del ‘sanchismo’ dijo que «el PSOE es mucho más que una maquinaria dedicada en exclusiva a arrojar a cualquier precio a la derecha del poder».

SOCIALDEMOCRACIA

Su prédica no tuvo como referencia permanente a Pedro Sánchez. Quiso hacer una adaptación del discurso socialdemócrata a las circunstancias del presente, centrado en la lucha contra la desigualdad. A nadie se le escapa que la actual crisis del PSOE, provocada por el aventurerismo y personalismo de Pedro Sánchez, se inscribe en un contexto más amplio que viene marcado por el declive electoral de la socialdemocracia en toda Europa, desde los primeros años del siglo XXI.

De la desigualdad pasó a la diferencia, que es un concepto que guarda una cierta semejanza, pero referido a las coordenadas culturales. Criticó Javier Fernández el intento por construir la convivencia sobre el sentimiento de identidad territorial, cuando el elemento vertebrador (y universal) es el de ciudadanía.

Hubo más palabras. Susana Díaz realizó una intervención que sirve de preludio a su gira por la España autonómica, antes de presentarse como candidata a las primarias.

Y Patxi López, siguiendo las pautas con que juegan los vascos al mus, lanzó un órdago sin levantar las cartas: presenta su candidatura a la Secretaría General.

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