Tras el armónico congreso nacional del PP, con Rajoy como líder máximo y el resto esperando gestos del jefe, llega la cita regional que puede desenvolverse en unas coordenadas distintas. A Mercedes Fernández le interesa un congreso copia del madrileño, sin rivales que le disputen la presidencia del partido y con el personal pendiente de sus deseos, sabedores de que se convierten automáticamente en ley para el grupo. A Cherines le gustaría poder formular ese argumento tan simplón que repite Rajoy hasta la saciedad, «si las cosas van razonablemente bien, ¿por qué las vamos a cambiar?». Decir que con Dolores de Cospedal la gestión de los problemas del partido es buena es ganas de no querer ver la realidad. Todos los follones surgidos en el PP, que empañan la labor del Gobierno, demuestran que en el cuartel general de Génova no se enteran de lo que pasa. Hay que controlar y chequear el trabajo que hacen las direcciones autonómicas y locales. Cospedal y su equipo siempre fueron por detrás de los acontecimientos. El mejor ejemplo es lo que sucedió en Asturias con ella como secretaria general. La responsabilidad de no haber apostado por ÁlvarezCascos como candidato en las elecciones de 2011 es de Rajoy, sin duda. Ahora bien, la elección de Pérez Espinosa como candidata, la bula dada a Gabino de Lorenzo para que actuara a su antojo, la política del PP ante el Gobierno de Foro, el regreso de Cherines del Congreso de los Diputados a la política autonómica para sacar los mismos escaños que Pérez-Espinosa, la apuesta por Iglesias Caunedo, la deriva del PP gijonés hasta quedar convertido en un trío de ediles, la entente con el Gobierno de Javier Fernández, el reguero de agua sucia de Pokemon, etcétera, muestran que Madrid ni controla ni tiene ideas.
Cherines no puede pedir imposibles, para ser líder indiscutida del partido hay que hacer como Rajoy que lleva ganadas tres elecciones generales consecutivas, dos de ellas en el último año. La lideresa gijonesa está más especializada en derrotas, bien sean municipales o autonómicas.
Si no se cambian las normas, con cien avales cualquier militante puede optar a la Presidencia del PP. Carmen Maniega aspira a hacerlo. Luego, todo depende del voto de los afiliados que se inscriban para votar. ¿Será limpio ese proceso? ¿Volveremos a encontrarnos con censos maquillados? Maniega debe denunciar las irregularidades en caso de producirse, no vale quejarse a posteriori.