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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA ZARZUELA DE VILLA

La situación judicial de José Ángel Fernández Villa empezó siendo un drama, como la de tanta gente que se ve incursa en un proceso penal, pasó a ser un sainete y ahora ya es una zarzuela. La acción judicial se centra en echar mano de todos sus recursos para llevar al sindicalista de la cama al juzgado. En el último año las fotos de Villa son siempre en camas o camillas, bien sea en las dependencias de un hospital o en lugares de tránsito. El domicilio queda vedado por razones obvias. El exdirigente del SOMA blandió certificados médicos para evitar los interrogatorios. La jueza que lleva la instrucción tuvo que recurrir a un neurólogo de Galicia para dictaminar si estaba o no en condiciones de responder a las preguntas que se le hicieran.

Breve paréntesis: llamar a un neurólogo de Galicia para auscultar al ex líder minero es como recurrir a la policía adscrita al Servicio de Vigilancia Aduanera para hacer pesquisas en el ‘caso Pokemon’.

El galeno dijo que sí, pero puso un pliego de condiciones: preguntas sencillas (entiendo que la complejidad no debe superar el nivel infantil); permitir un tiempo de reflexión para las respuestas; el interrogatorio no debe exceder de los tres cuartos de hora; y hay que contemplar la posibilidad de habilitar tiempos muertos o de descanso durante el interrogatorio en el supuesto de que el interfecto acuse fatiga.

Bien, pues aun así, Villa no ha comparecido ante el juez y no se espera que lo haga el día siete de marzo que había previsto la jueza de instrucción porque a su abogada le resulta imposible acudir por razones de su agenda de trabajo. Con tantas incidencias, con las largas dudas sobre la salud mental del otrora hombre fuerte del socialismo asturiano, se redobla la dimensión mediática de Villa, una cualidad que siempre tuvo y supo utilizar a lo largo de su dilatada vida sindical y política. No necesita muchos argumentos para atraer la atención pública sobre él, como podemos comprobar ahora, cuando es un apestado para el establishment asturiano y no le quedan amigos; aunque le falla la salud y la memoria, sabe cómo hacerse un hueco en la actualidad. Creo que bien se merece un descanso, porque puede que los poderes del Estado hagan un ridículo integral interrogando a un hombre que tiene bula médica para no dejarse interrogar. Las condiciones puestas por el neurólogo son una pormenorizada relación de las razones por las que no se le debe llamar. La zarzuela de ‘El rey que rabió’.

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por JUAN NEIRA

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