Primera prueba en el PP para hacerse con la Presidencia del partido en Asturias. El sistema de descartes ideado por la dirección nacional es largo y enrevesado. Los tres dirigentes que se postulan para el cargo deberán demostrar hoy que cuentan con los noventa avales necesarios. Es una cantidad pequeña, así que no se puede decir que sea un obstáculo insalvable. Mercedes Fernández ganará de largo, porque no es fácil negarle a la jefa del partido el apoyo solicitado. Normalmente, el aparato de los partidos, como el PP o el PSOE, desarrolla una estrategia perversa consistente en reclutar muchos avales para dejar a los competidores sin la posibilidad de encontrar apoyos. Eso fue lo que le pasó a José Antonio Garmón en las primarias socialistas de Gijón. El problema se solucionaba tomando una de estas dos medidas: cada afiliado puede avalar a más de un candidato, o limitando el número de avales presentados a la cantidad exigida para ser candidato; en el actual caso del PP, a noventa. Imagino que Cherines habrá reclutado muchas firmas, y Carmen Maniega y Pablo Álvarez Pichel no lo habrán tenido fácil; especialmente éste último, porque su potencial clientela de apoyos coincide con la Cherines.
En el caso de que los tres presenten los avales, pasaremos a la segunda prueba que tendrá lugar el día 10. Todos los miembros del partido que se hayan previamente inscrito votarán al dirigente que consideren más adecuado para ser presidente. Como las primarias del resto de partidos. Si un candidato saca más del 50% de los votos y logra una diferencia de quince puntos sobre el segundo quedará investido como presidente del partido. En caso contrario, el día 18, en que se celebra el congreso, los compromisarios del partido podrán elegir entre los candidatos que hayan pasado a la final. Es realmente absurdo que después de hablar toda la militancia, tenga que ser un grupo reducido de cuadros del partido los que elijan al presidente. La tercera prueba sobra, basta con la votación del día 10. La única razón para incluirla estriba en que es un formato muy amable para el aparato, donde tienen poco papel que jugar los candidatos alternativos.
Al parecer, Maniega y Pichel están en tratos para formar una alternativa conjunta. Un esfuerzo que puede ser vano en el caso de que uno de ellos quede hoy descartado. Cherines es la continuidad, con todo lo que eso representa, mientras Maniega y Pichel significan cambio, una palabra prohibida en el PP regional.