La exposición pública de José Ángel Fernández Villa, antes recluido en su domicilio, parapetado tras dictámenes médicos y desprovisto de los poderes que antaño infundían pavor, ha hecho que sus hazañas llegaran al Parlamento en forma de preguntas al presidente. Emilio León, portavoz de Podemos, uno de los dos grupos que tiene una nítida postura de oposición (el otro partido es Foro, que por boca de Cristina Coto también pidió explicaciones al presidente sobre su relación con Villa), hizo una intervención ambiciosa, con la que trataba de mostrar lo que ocurre en nuestra región por debajo de la espuma de los acontecimientos. Sacó a relucir a Villa, García Vigón, Cajastur y, claro, Javier Fernández.
León se refirió al «cártel del Reconquista». Un observador de la política española no tiene dificultad en inscribir la intervención del portavoz de Podemos en la nueva estrategia marcada por Pablo Iglesias de destinar las mejores energías del grupo a desvelar lo que llaman, «la trama» y, luego, derrotarla. En la trama hay altos cargos de la Administración, expresidentes, banqueros, empresarios y gente de mal vivir. Ya que la política es una ciencia, así consta en el cuadro de titulaciones universitarias, como Ciencias Políticas, toca ahora demostrar que la trama existe, y se concreta en nombres, reuniones, estrategias y demás. A mí esto me recuerda mucho a lo que ocurría en la Italia de los años setenta y ochenta, antes de que el proceso de ‘mani pulite’ se llevara por delante al estamento político procesando a más de doscientos diputados. Para un partido que sufrió un fuerte desgaste con la división interna y los errores de su máximo líder, la trama actúa como un revulsivo al dar un salto de escala en la lucha contra la corrupción y la degradación de la democracia. El problema es que ese diseño de pizarra debe venir corroborado por hechos
Javier Fernández se defendió sin dificultades, reconociendo la amistad con Villa, la sintonía política entre ambos personajes, y nada más. El que quiera que investigue lo que le plazca. Ahora bien, las cosas en política admiten diversos niveles de análisis. Villa, en el año 2000, era el hombre fuerte de la FSA, principal avalista de la candidatura de Javier Fernández a la Secretaría General. Algo más que amigos. Para los que no estamos en el secreto de la trama, la gran cuestión a aclarar es la ignorancia de la dirección del partido sobre las andanzas de Villa. Gobernaban, pero no se enteraban.