La política está parada a la espera del resultado de las primarias del PSOE
La región está parada. Las instituciones asturianas constituyen una gran sala de espera, con animadas conversaciones por corrillos, a la expectativa de que ocurra el gran hecho del que dependen todas las decisiones políticas.
Como hay que dar sensación de actividad, para justificar el cobro de generosos sueldos y dietas, se organizan variadas comisiones de investigación que repiten la dialéctica de los plenos de la Junta General del Principado con invitados como testigos de cargo. En cada comisión, nada más formarse, se puede anticipar el contenido del dictamen final. No sé si los diputados lo habrán advertido, pero cada vez que sale un cargo público vejado en la comisión de turno, el destino lo coloca en un pedestal más alto.
Ahí tenemos a Álvarez Areces de portavoz del PSOE en el Senado, después de que un grupo de comisionados de la Cámara autonómica hubieran dictaminado que no era merecedor de estar en las instituciones. A Areces lo absolvió el voto de los asturianos, ganándose el escaño a pulso, con una campaña personal en contra, diseñada ‘ad hoc’ en las últimas elecciones generales. Se había pensado que una mujer muy joven, con un expediente blanco sin mancha ni mérito, iba a batirlo en las urnas, y él tres veces alcalde de Gijón y tres veces presidente del Principado, se convirtió en tres veces senador.
Ruido
Se acumulan más iniciativas parlamentarias que nunca, para hacer ruido y disfrazar la realidad de la espera. Nunca hubo tantos ciudadanos llamados para comparecer sobre distintas cuestiones en el Parlamento. Cada día me repele más la idea de trasladar la responsabilidad política sobre personas que carecen de representatividad popular. Si se perfecciona el modelo de Carmena, nos encontraremos con que la única tarea irremplazable de los gobernantes es el cobro de la nómina. La eterna crítica a los políticos de gobernar alejados de la gente se ha solucionado dando escaño a la cuadrilla del tute.
Se hacen pactos con múltiples entidades sociales para demandar al Gobierno central que agilice la terminación de la variante de Pajares y la empresa responsable mueve ficha pidiendo la rescisión del contrato de vías de la variante. ¿De verdad, Javier Fernández, Gaspar Llamares y demás firmantes del entramado social no saben que el Ministerio de Fomento ha decidido que la alta velocidad muera en León? ¿A qué viene tanto paripé si todas las decisiones tomadas por Fomento desde mayo de 2014 van en esa dirección? ¿Es todo un simple entretenimiento para hacer como que se hace, mientras llega el gran acontecimiento?
Descubramos la realidad. La vida pública asturiana, como la española, están detenidas a la espera del ganador de las primarias socialistas. A mi entender, las elecciones internas del PSOE van a ser el gran acontecimiento político del año en España y en Asturias, del que dependen todos los demás.
Hasta la gran cuestión del referéndum de Cataluña está condicionada por el resultado del escrutinio socialista. Solo en el caso de que la sangre llegara al río, la solución catalana opacaría las primarias del Partido Socialista.
El Gobierno de Rajoy se juega la viabilidad del mandato en las urnas socialistas, de forma que si sale elegido Pedro Sánchez tendrá los meses contados. No digo los días contados porque Sánchez es un político extraparlamentario y no puede encabezar una moción de censura.
Por mucho que le repugne a Sánchez la permanencia de Rajoy en la Moncloa, hay una cosa que le resulta aún más insoportable: formar parte de un pacto que eleve al poder a cualquier dirigente de izquierdas que no sea él. Pedro Sánchez tiene dos cualidades, una de ellas consiste en tener las cosas absolutamente claras. Ante el manjar del poder segrega saliva como el famoso perro de Paulov.
Javier Fernández
En Asturias, Javier Fernández también se lo juega todo. El triunfo de Pedro Sánchez empañaría el balance de la comisión gestora. Tomar medidas extraordinarias, dar doctrina política para que al final la militancia dé la espalda. El follón que vendría asociado al retorno de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE dañaría la imagen de la gestora.
El triunfo personal de Sánchez sería como volver al escenario del comité federal del 1 de octubre, pero con cambio de papeles. La ‘vendetta’ sería tremenda.
Y después vendría lo peor, el congreso de la FSA, con Adriana Lastra de candidata a la Secretaría General dando mítines con Pedro Sánchez. Las cuencas mineras, Oviedo, Gijón… haciendo la ola. Si la actual dirección de la FSA lleva con indisimulado malestar la oposición de Podemos en la Junta General del Principado, no quiero ni pensar cuál sería su reacción ante la división de la organización en dos mitades. Volver al escenario interno del año 2000, pero con la Ejecutiva Federal en contra.
El triunfo de Susana Díaz aseguraría la estabilidad de la legislatura y la continuidad del poder en Asturias. Al depender todo de las primarias, las decisiones están aplazadas.
Solo a escala municipal hay margen para meter la pata: los turistas de la Cuba castrista vetan a Israel, mientras la Semana Negra se subasta y el Centro de Arte de la Laboral se cierra, menos la calefacción. A la izquierda gijonesa no la salva ni Pedro Sánchez.