Mitin de Pedro Sánchez en Gijón, acompañado por 1.500 seguidores. Es la segunda vez que recala en Asturias desde que inició su gira por España. La anterior intervención la tuvo en San Martín del Rey Aurelio y también congregó a un público numeroso. El ex secretario general del Partido Socialista está en campaña para convencer a los afiliados que lo voten en las primarias que tendrán lugar el próximo mes. En las campañas los candidatos tratan distintos temas y en Gijón tocó hacer un canto a la militancia. Patriotismo de partido, puro y duro.
Ensalzar el papel de los afiliados antes de unas elecciones en las que sólo votan ellos es un discurso tan interesado como retórico. Similar a ponerse a gritar “¡Viva la gente!” en vísperas unas elecciones generales, municipales o autonómicas. Hay militantes que adoran a Pedro Sánchez y lo consideran la solución a los problemas de España, mientras otros lo aborrecen y están dispuestos a votar Susana Díaz, Patxi López o a cualquier otro candidato que se presente con tal de impedir que vuelva a la Secretaría General. En el Pabellón de las Naciones de la Feria de Muestras, el dirigente socialista dijo que había que elegir entre “el PSOE de la militancia o el PSOE de la abstención a Rajoy”. Una antítesis falaz donde las haya porque hay afiliados que apoyan el camino tomado por la comisión gestora de permitir gobernar al PP en minoría con tal de evitar unas terceras elecciones que hubieran supuesto la tercera derrota consecutiva para su partido. En todo caso, las primarias permiten escoger entre opciones posibilistas, como la encarnada por Susana Díaz, y la representada por un líder que obtuvo los dos peores resultados del PSOE en la democracia y que ante un Parlamento fragmentado apostó por el “no es no”, como solución a una situación compleja.
Los mítines se han convertido en un ejercicio de demagogia, por eso han perdido el crédito que tenían entre la sociedad en los primeros años de la democracia. Pedro Sánchez fue fiel al actual modelo, al decir que tuvo que pagar un precio muy alto (la pérdida de la Secretaría General) por mantener la palabra dada a los afiliados del PSOE. La rebelión contra el líder del partido ocurrió al anunciar, por sorpresa, unas primarias exprés, con apenas tres semanas de anticipación. Una maniobra torticera, jamás realizada por un secretario general del PSOE, cuyo objetivo no era otro que atrincherarse en el poder. Pedro promete consultas a las bases, como hace Pablo.