La visita de Alberto Garzón a Asturias ha servido para visualizar el ensamblaje de la organización asturiana de IU dentro del proyecto federal que no es otro que fundirse en el “abrazo del oso” que le va a dar Podemos. Al menos esa es la intención de la dirección regional que asume la confluencia con el partido de Pablo Iglesias, tal como quedó definida en la quinta Asamblea Federal de IU. El proyecto de Alberto Garzón -un hombre joven, muy brillante y con escasa experiencia política- no tiene vuelta atrás. IU será el afluente de una nueva formación política, que para algunos está por crear y para otros, más realistas, no es otra cosa que Podemos. Garzón ya superó el periodo de las dudas y encabeza el tránsito hacia la disolución, que empezó por el punto más sensible: la renuncia a liderar una candidatura propia en las elecciones generales, limitándose a ir el quinto en la lista de Pablo Iglesias, Errejón, Irene Montero y compañía. Garzón no tiene margen para desandar el camino. Ha empezado a modular su voz, hasta el punto de que al escucharlo en la radio del coche parece que se gana la vida doblando a Pablo Iglesias. Según el documento aprobado por la dirección asturiana, el debate sobre la convergencia de las fuerzas de izquierda es falso; al parecer, la convergencia es un hecho, lo que queda por atar es con qué actores se realizará, cómo se hará, y con qué programa.
La organización asturiana de IU está en una posición mucho mejor que sus compañeros de otras regiones. Tienen un grupo parlamentario propio en la Junta General del Principado, con más escaños de los que tiene IU entre las dieciséis Cámaras autonómicas restantes. Es una fuerza muy asentada en la sociedad y después de las últimas elecciones municipales lidera la representación institucional en las cuencas mineras, con el control de las principales alcaldías, como Mieres y Langreo. El actual coordinador general de IU, Ramón Argüelles, era el alcalde de Lena hasta que lo dejó para asumir la principal responsabilidad orgánica.
Con un capital político tan sólido no creo que el camino hacia la convergencia sea un paso asumido por toda la organización. La capacidad para enmendar desde las bases las decisiones de las direcciones está ya sobradamente demostrada en IU. Ahora que se ha convertido en costumbre consultar a la militancia cualquier cuestión que es competencia de la dirección, el giro estratégico de IU difícilmente va a sortear el veredicto de las bases.