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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL JUEVES, DÍA CLAVE

La agenda parlamentaria tiene en el próximo jueves su fecha clave. En la Cámara se votan las enmiendas a la totalidad de los presupuestos generales del Estado y si prospera alguna las cuentas serán rechazadas. Sería un golpe muy duro que implicaría la pérdida de confianza de la Cámara en el Ejecutivo de Rajoy. De darse esa situación se abriría el escenario de una nueva convocatoria electoral que el presidente del Gobierno no podría evitar aunque haya manifestado alguna vez que estaría dispuesto a prolongar el mandato con las cuentas prorrogadas. Un deseo de imposible cumplimiento, ya que no es imaginable que Rajoy pudiera soportar la presión originada por la pandemia de la corrupción en el PP, sumada a la debilidad del Gobierno al no encontrar socios parlamentarios para sacar adelante el proyecto presupuestario.

El jueves se la juega Rajoy. Cuenta con el apoyo de Ciudadanos y tiene a mano el respaldo del PNV, siempre y cuando se asigne una cantidad a pagar muy baja en el llamado cupo vasco. Se trata de una trampa que se prolonga ya durante muchos años y ejemplifica hasta qué punto hacen concesiones los gobiernos de España a los nacionalismos en el poder. El cupo es lo que le tiene que pagar el País Vasco al Estado por las competencias no transferidas. Las cuentas siempre se echaron a favor del PNV que hizo valer su apoyo a los gobiernos para pagar una módica factura. En 2016, el cupo se tradujo en 1.525 millones, y hace un mes, al acercarse el debate de los presupuestos, Cristóbal Montoro anunció por sorpresa que en 2017 la cantidad quedaría reducida en el 22%, para dejarla en 1.202 millones. Los del PNV, que son maestros en el juego del mus, dan órdagos sin levantar las cartas, y hablan de algo más de 800 millones. Según ellos llevan años poniendo dinero de más. Una tomadura de pelo. Con el voto de Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria quedarían rechazadas las enmiendas a la totalidad.

Pedro Sánchez afirma que el debate de los presupuestos demuestra que fue un error la abstención socialista a la investidura de Rajoy. Dice que con el “no” del PSOE quedaría igualmente investido Rajoy. Sánchez no sabe o no quiere entrar en el fondo político del asunto. La comisión gestora valoraba como el gran mal a evitar la tercera llamada consecutiva a las urnas. Por eso ordenó la abstención. No era una actitud vergonzante, sino un gesto activo. Sánchez nos dice que era más digno decir “no” con la boca mientras la mente deseaba que saliera “sí”. Cuánta fachada.

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por JUAN NEIRA

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