Día feliz para Pedro Sánchez que le ha permitido digerir mejor el debate de las primarias. Francina Armengol, presidenta de las Baleares, abandona a Patxi López y vuelve a apoyar al dirigente madrileño. ¿El cambio se produjo porque está obnubilada por la firmeza ideológica de Pedro Sánchez? No, Francina tiene razones más sólidas para cambiar de bando. En la disputa de los avales, Sánchez ganó de largo en las Baleares – logró más credenciales que los otros dos candidatos juntos- y tiene miedo a que las bases la censuren. Lógico.
Segunda alegría: mil sindicalistas se adhieren a la candidatura de Pedro Sánchez con un manifiesto programa que incluye derogar la reforma laboral, subir el salario mínimo hasta los 1.000 euros para el año 2020 y una jornada laboral de 35 horas semanales. A 96 horas de abrirse las urnas Pedro Sánchez es capaz de prometer cualquier cosa. La demostración sindical estuvo guiada por Toni Ferrer, número 3 en aquella comisión ejecutiva de UGT liderada por Cándido Méndez. El antiguo dirigente sindical dijo que Pedro Sánchez “no era personalista ni pedrista”. Se ve que la crítica de Susana Díaz diciendo que Sánchez cambiaba de opinión en función de sus intereses personales hizo daño.
Como en las primarias sólo participan los afiliados al PSOE es posible que el voto esté ya decantado desde antes de empezar la campaña electoral. Aun así, me extraña que Susana Díaz no haya repasado públicamente las maniobras que hizo Pedro Sánchez a lo largo de los nueve meses de bloqueo institucional, aunque sólo sea para contrastar con el relato oficial. Toni Ferrer dijo, como si fuera un mérito, que Sánchez se comprometió a no apoyar a Rajoy y cumplió su palabra. La prolongación de la crisis institucional era un riesgo para el PSOE, pero beneficiaba a Pedro Sánchez, que tras el batacazo electoral en Galicia y el País Vasco (septiembre 2016), podía afrontar un congreso de urgencia liderando el partido. La investidura de Rajoy disipaba el riesgo de unas terceras elecciones, pero conllevaba la vuelta a la normalidad, con la celebración del congreso socialista, sin prisas, y con tiempo para formar distintas alternativas. Al final, en el dramático comité federal, podía haber salido Sánchez con la suya si hubiese ganado la votación. Pero la perdió. Y eso que el bando de los presidentes autonómicos no pudo contar con el voto de los dimisionarios de la comisión ejecutiva. Nunca vi convertir en mártires a los que pierden las votaciones.