El informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil sobre las andanzas de José Ángel Fernández Villa y José Antonio Postigo es difícil de refutar, salvo que se crea en causas mágicas. No hay explicación racional para manejar sumas tan elevadas de dinero sin apelar a irregularidades. La Guardia Civil pone el dedo acusador en el geriátrico de Felechosa, porque reúne muchos indicios: se le adjudica a la oferta más cara y la que necesita más tiempo para hacer la obra y, por otra parte, en las certificaciones constan actuaciones que no se ejecutaron. Una factura elevada artificialmente que, presuntamente, tenía como objetivo poner los fondos mineros en manos de particulares. En el caso de Villa, el informe también se refiere a las contraprestaciones económicas que presuntamente recibió el líder minero por su actividad pública y sindical, citando el cargo que tuvo de secretario general del Soma y el conocido caso de las dietas de los sindicalistas del comité intercentros de Hunosa que fueron cobrados por él.
Para librarse de las acusaciones, tanto Postigo como Villa, tienen que dar una explicación plausible del origen del dinero. La supuesta herencia millonaria de Villa se redujo a 28.000 euros, mientras Postigo se limitó a decir que el dinero lo tenía en su casa. En el sumario de las dietas de Hunosa, Villa asumió el rol de la irresponsabilidad, ya que no conocía la clave de sus tarjetas bancarias, el contable decidía que gastos correspondían al sindicato (hasta los cafés que tomaba el líder minero) y cuáles eran de carácter personal, y la secretaria se encargaba de cobrar las dietas. Hasta las firmas que aparecían en los documentos eran meras imitaciones. De momento, el fiscal le pide cinco años de cárcel por todas esas actuaciones. Ahora, con las obras del geriátrico por el medio, la factura de las presuntas irregularidades adquiere una mayor dimensión.
En el Soma y en el PSOE nadie sabía nada. La adjudicación de la impresionante obra de Felechosa no despertó ninguna suspicacia y eso que le había dado al constructor amigo de José Antonio Postigo, presidente del Montepío. Según la UCO, el mismo empresario fue favorecido con proyectos fuera de Asturias por valor de seis millones de euros. El silencio del entorno es tan artificial como las explicaciones de Villa y Postigo. Nuestra región se gobernó con estos materiales, porque la influencia de Villa en los sucesivos gobiernos y parlamentos no ofrece duda.