Belén Fernández dimitió como consejera de Infraestructuras, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, por “motivos personales”. No miente: cuando los problemas políticos producen agobio pasan a formar parte de la esfera más íntima de la persona.
La consejera fue recientemente reprobada por la Junta General del Principado. Las infraestructuras no se construyen, la ordenación del territorio apenas está enunciada y el medio ambiente es generoso en jabalíes, lobos y osos, mientras las emanaciones de gases industriales están sin controlar.
La causa de la dimisión está en Sogepsa y Zalia. Dos sociedades públicas que ella presidía y tienen una deuda incontrolada. Bajo su mandato fueron dos máquinas de perder dinero. La consejera no tomó medidas para enderezar su rumbo y tiró la toalla cuando las deudas de las sociedades crearon un enfrentamiento en el interior del Gobierno.
ZALIA
Los plazos son inexorables. Tocaba pagar las indemnizaciones por las expropiaciones de la zona logística (Zalia), y ante la falta de dinero la consejera ideó un plan consistente en que los dos socios activos de la Zalia, Principado y Ayuntamiento de Gijón (el Ayuntamiento de Avilés y las autoridades portuarias son menores de edad, no responden de los créditos), avalaran un crédito solicitado por la sociedad con los bienes expropiados. El truco de siempre, el bucle de las refinanciaciones, patada al balón p’lante y las deudas crecen con los nuevos intereses acumulados.
La Zalia siempre funcionó sin ingresos, con la excepción de una pequeña parcela (7.400 metros cuadrados) que le compró Asetra hace diez años. La sociedad vive de consumir el crédito recibido. No se puede decir que tenga un sistema de funcionamiento sostenible.
Pero la Consejería de Economía dijo “stop”. El primer aviso se produjo en el Consejo de Administración de la Zalia. Y el 9 de junio llegó la confirmación definitiva, al negarse a asumir los nuevos compromisos. No más dinero del Principado para pagar las expropiaciones. En la consejería de Economía exigieron que se busque otra alternativa. Le pidieron a Belén Fernández la presentación de un “plan b” sobre la base de pedir a las autoridades portuarias que sean solidarias con la factura. Insólito, el propio Gobierno le daba con la puerta en las narices a la consejera al negarse a firmar el documento.
Por su parte, Belén Fernández no perdía el tiempo y ya buscaba otra vía para hacerse con recursos. Persuadió a los presidentes de las autoridades portuarias de Gijón y Avilés para que compraran una parcela de la Zalia y así entraba algo de dinero en caja. Los presidentes portuarios fueron a ver a su jefe, el presidente de Puertos del Estado, José Llorca, y medio le convencieron de la operación.
Posteriormente, Llorca recapacitó y dio orden para que los representantes de Puertos del Estado voten en contra de la inversión en el próximo consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Gijón, que se celebrará el miércoles.
Belén Fernández se vio sola, abandonada por los suyos -presidente del Principado incluido-, y sin posibilidad de atender a los ineludibles compromisos financieros. Dejó el cargo. Así termina la carrera de una mujer que entró en política bajo la protección de María Luisa Carcedo. Se conocieron en la Cuota, y María Luisa estaba encantada con los informes jurídicos que le hacía Belén.
La protección de Carcedo (María Luisa) le valió para no caer en desgracia cuando dio la espantada y renunció a ser candidata a la Alcaldía de Avilés. En el PSOE, la palabra de “Luisa” tiene el valor de un salvoconducto y así transitó Belén Fernández por los gobiernos de Areces y Javier Fernández, pisando charcos sin mojarse. Ana Pastor no le tenía tanta simpatía: será porque no habló con Luisa.
DOS BAJAS
Javier Fernández pierde a dos consejeros en un mes. Con lo poco aficionado que es el presidentes a las mudanzas le tuvo que sentar fatal las retiradas de los dos miembros de su Gabinete. Buscar sustitutos es un trabajo ímprobo.
Son dos casos distintos. Francisco Blanco se bajó del Gobierno en marcha, como buen oportunista, para subirse a la ola triunfante del “sanchismo”. Belén Fernández lo dejó por motivos personales y vuelve a su puesto de funcionaria para llevar una vida más tranquila.
Lejos quedan aquellos tiempos en que pedía “imaginación” a los empresarios, en el consejo de administración de Sogepsa, para salir de los números rojos. También se pierde en la memoria aquel famoso concurso para dotar a la Zalia de un gerente, cuyo nombre supo adivinar EL COMERCIO con semanas de anticipación.
De la Consejería vacía se va a hacer cargo Fernando Lastra. Por el simple hecho de nombrarlo el Gobierno regional multiplica por dos su peso político. No tiene nada que ver con el resto de consejeros. Carece de su experiencia en gestión, pero les puede dictar un curso de política.
Me queda la duda de saber si su cometido estará centrado en reanimar los zombis del sector público que ha heredado, o en dar la batalla a los “sanchistas” desde el Gobierno.
De todo el embrollo una cosa está clara: con la marcha de Belén Fernández, Asturias tendrá un problema menos.