La Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias (ZALIA) es mucho más que un polígono industrial y mucho menos que una pequeña empresa saneada. Nació entre grandes discursos que la convertían en pieza clave para formar sinergias con El Musel ampliado. Era imprescindible para relanzar el sector industrial y, para ello, hacía falta expropiar cuatro millones de metros cuadrados cerca del puerto, cerca de las grandes industrias de la región, al lado de autopistas y autovías, con vías de tren y estación, incluidas.
Pasaron doce años y la ZALIA es una superficie grande sin accesos, que solo vendió hace diez años una pequeña parcela. Carece de ingresos y tiene gastos crecientes, provocados por la refinanciación de créditos y por la demora en los pagos.
¿De qué vive la Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias si no logra comercializar las parcelas? De un crédito hipotecario, con los terrenos expropiados como garantía. Vivir de un crédito, sin tener ingresos propios, es como comerse un brazo cuando se tiene hambre ante la imposibilidad de comprar alimentos.
El dinero prestado hay que devolverlo con intereses; y si se refinancia, la carga de intereses cada vez es más grande. Ante este panorama cabe preguntarse si la ZALIA tiene futuro. Veamos algunos datos.
Datos
El pasado año, 2016, sólo tuvo ingresos por valor de 3.000 euros. Si la ZALIA fuera una persona de carne y hueso podría recibir el salario social porque habría traspasado el umbral de la emergencia, con unos ingresos mensuales de 250 euros.
En realidad su situación es mucho más desesperada, ya que con una renta tan escuálida asumió unos gastos en personal por valor de 112.000 euros, al darse el lujo de contratar a un gerente para gestionar una empresa sin actividad: no se hace ninguna operación logística ni industrial.
En 2016 sufrió una depreciación de los terrenos por valor de 4,7 millones de euros; por el retraso en el pago de las fincas expropiadas tuvo que pagar 72.000 euros. Todo ello hizo que se cerrara el ejercicio con unas pérdidas de 10,2 millones de euros, que suponen un incremento de los números rojos del 109% con respecto al año anterior. Como decía el llorado Joaquín Garrigues Walker, «la situación es desesperada, pero todavía no es seria».
Siendo todo lo anterior muy llamativo –por emplear una expresión benévola–, el análisis de los datos apenas consumió tiempo en los órganos de gobierno de la ZALIA, reunidos esta semana, ya que todas sus energías estuvieron concentradas en ver la forma de hacerse con dinero para pagar los justiprecios de dos fincas expropiadas a una señora. La sentencia del Tribunal Supremo elevó su precio hasta los 780.000 euros. Hay otra sentencia pendiente de un recurso de casación interpuesto por la empresa, que en caso de no ser favorable generará otra deuda de 800.000 euros.
Tiene dos meses para pagar, y ya ha empezado una negociación frenética de los responsables de la empresa con la señora para pagar una parte ahora y aplazar lo que falta para finales de año.
La ZALIA está constituida por el Principado, las autoridades portuarias de Gijón y Avilés, así como los ayuntamientos de las dos villas, y resulta que el pago de algo más de 1,5 millones de euros supone una prueba de estrés. Dos conclusiones: la Zona Logística es pobre de solemnidad (algo que ya habíamos visto más arriba), y sus socios tienen un compromiso muy débil con ella, que casi es peor que lo anterior.
Necesitan aportar dos millones de euros para los próximos doce meses; las autoridades portuarias de Gijón y Avilés, que tienen el 45% del capital, solo asumen 600.000 euros. Alguien planteó que se repartiera el dinero en función del porcentaje de participación en la sociedad, pero la respuesta fue muy clara: 600.000 euros o cero.
Recapitulemos: la ZALIA carece de accesos, no tiene ingresos, vive de consumir un crédito, sufre pérdidas galopantes y los socios van a hacer el esfuerzo extraordinario de aportar dos millones de euros.
Futuro
Este conjunto de variables permite trazar un vector de futuro que pasa por el abandono de la sociedad de los dos entes portuarios y de los dos ayuntamientos. El Principado será el propietario universal del chollo.
En 2014 ya hubo un hecho muy revelador que indicaba por dónde iban a ir las cosas. Al refinanciar el préstamo hipotecario que sufraga todas las actuaciones de la sociedad, las autoridades portuarias se negaron a poner un euro, y el Ayuntamiento de Avilés blandió un informe de Intervención para abstenerse de aportar dinero.
El Principado asumió la carga económica de esas instituciones (50%), junto a la parte que a él le correspondía (40%), y el Ayuntamiento de Gijón hizo frente al 10% restante, que es el porcentaje acorde con su participación accionarial. Si el Ayuntamiento de Gijón hubiera tenido una alcaldesa socialista el Principado habría asumido todo. Así actúan los sectarios.
Dentro de un año, el Gobierno socialista tendrá que decidir si mantiene en solitario la estructura empresarial fantasmal o la cierra. A un año de las elecciones liquidar la ZALIA sería sinónimo de batacazo en las urnas, así que la dejará sin actividad, como un ente hibernado, hasta que alguien ordene levantar el cadáver.