Estaba cantado que las elecciones primarias en el PSOE iban a ser el acontecimiento más trascendente del año en la vida política española. Lo mismo cabe decir, a escala regional, de las primarias entre José María Pérez y Adrián Barbón. Bien es cierto que en el caso español las consecuencias bordean el drama, mientras que en Asturias no se va a romper la vajilla, con la excepción de los desperfectos que produzca dentro del propio partido.
De las primeras declaraciones de Pérez y Barbón podemos deducir algunas conclusiones. Empecemos por José María Pérez. Lo más significativo, rayando en lo enigmático, es su apuesta por la bicefalia. Si gana las primarias renunciará a ser el candidato socialista a la Presidencia del Principado en los comicios de 2019. No explicó su propuesta, limitándose a un comentario superficial, “nos fue bien con la bicefalia”.
¿Trata de decirnos, indirectamente, que con el poder acumulado por Javier Fernández (presidente autonómico y secretario general de la FSA) las cosas no han ido bien durante los últimos cinco años? No lo creo, porque ha ensalzado la actuación del presidente y se ha rodeado de su gente.
BICEFALIA
La bicefalia responde a un cálculo político complejo. El precandidato oficialista sacó enseñanzas de lo ocurrido a escala federal (nacional). La victoria en las primarias por el liderazgo del partido coloca a Pedro Sánchez como candidato “in pectore” a la Moncloa. Cuando toque elegir al candidato a presidente de Gobierno, la figura de Sánchez será indiscutida. Lo mismo sucedería con Adrián Barbón, en caso de vencer en las primarias se convertiría en el candidato oficioso a la Presidencia del Principado.
Con la bicefalia se rompe el automatismo (secretario general-candidato a presidente de Gobierno). Los oficialistas saben que tras el histórico triunfo de Pedro Sánchez será muy difícil parar este verano a los “sanchistas”, pero dentro de año y medio la situación política puede ser muy distinta, y los “sanchistas” tendrían que presentar otro candidato, ya que Barbón no podría desempeñar dos cargos, y los oficialistas podrían ganar la revancha.
En la campaña de las primarias, el discurso de Josechu, en contra de la acumulación de cargos, tiene muy buena venta. Su objetivo es presionar a Adrián Barbón para que asuma la conveniencia de separar las dos funciones. No es una jugada inocente, porque de salirle bien los oficialistas aplazarían, hasta finales de 2018, el duelo decisivo (la Presidencia del Principado) con los “sanchistas”.
La propuesta de exigir un debate con Adrián Barbón, entra dentro de la lógica de cualquier aspirante que no parte como ganador.
La etiqueta de “continuista”, que con tanta facilidad ha asumido José María Pérez, me parece un error de bulto. La apelación al continuismo sólo funciona entre los votantes cuando se hereda una situación confortable -¡para qué cambiar nada!-. No creo que la militancia socialista asturiana esté muy satisfecha con el balance de los últimos cuatro años de gobierno socialista.
No obstante, lo peor de todo es que el continuismo lleva a alinearse, sin matices, con el trabajo de la comisión gestora, presidida por Javier Fernández, que ha sido desautorizada tras el voto de 150.000 socialistas.
José María Pérez no tiene por qué asumir lo realizado por el presidente del Principado. No se abstuvo ante la investidura de Rajoy, ya que es un simple concejal gijonés. Debería tener las manos libres sin aceptar hipotecas.
Pedro Sánchez dice hoy, en una entrevista publicada en estas páginas, que en la FSA se va a producir una renovación muy interesante que puede contribuir al nuevo PSOE. Esa renovación la podría encabezar tanto Pérez como Barbón, porque más seguidor fue de Javier Fernández el segundo que el primero, y ninguno de los dos se abstuvo ante Rajoy.
Cuando Javier Fernández ganó, en apretada votación la Secretaría General del PSOE (noviembre año 2000), era un hombre de Villa, pero nada más empezar a hablar ante los delegados del Congreso de la FSA, divididos entre oficialistas y renovadores, preguntó retóricamente, “¿Quién es mi enemigo en el partido?”. Se puso a hablar del socialismo liberal, y Villa, a su espalda, mudo.
POPULISMO
El discurso de Adrián Barbón es más populista (“el candidato de la gente”, “soy candidato porque vosotros queréis”). Seamos serios: es candidato por el dedo de Adriana Lastra, seguido disciplinadamente por los cuadros del “sanchismo”.
El día de su presentación adelantó que su primer acto como secretario general sería reunir a Javier Fernández con Podemos e IU. Un posicionamiento que llega tarde, porque Podemos e IU dieron por zanjado el diálogo con Fernández.
Por último, Adrián Barbón se presenta como el candidato del cambio frente al continuismo. Debería especificar qué medidas va a tomar como secretario general de la FSA que supongan una rectificación de la línea seguida por la cúpula del partido.
En las campañas electorales, los autotitulados candidatos del cambio critican abiertamente las decisiones de sus predecesores, así que Barbón tiene que decir, alto y claro, cuáles fueron los errores de Javier Fernández, sin miedo a mimetizarse con Podemos.