En las jornadas más bulliciosas del verano, José María Pérez recorre mil kilómetros a la semana visitando agrupaciones socialistas. Ahora entiendo por qué sale más delgado en las fotos. Su rival, Adrián Barbón, mantiene también un ritmo infernal de cinco actos de campaña cada día. El sábado estuvo en Vegadeo, San Tirso de Abres, San Martín de Oscos, Santa Eulalia de Oscos y Grandas de Salime. Parece que ambos están influidos por el método de Pedro Sánchez (el caso de Barbón es obvio) de intentar ganar las primarias a lomos de su coche.
El electorado anda repartido por playas, montañas y bares, pero los candidatos van de sede en sede extendiendo la buena nueva. Pérez explica a los parroquianos sus propuestas para llevar a cabo, “la revolución de la política de los socialistas en Asturias”. ¿Qué revolución predica? Me extraña mucho que una persona tan comedida como Josechu se haya convertido, de la noche a la mañana, en revolucionario. Más difícil de entender es lo que dice Barbón cuando afirma que “en la candidatura del cambio no hay aparato”. Pero hombre de Dios qué más aparato quiere que estar guiado por Adriana Lastra, vicesecretaria general del PSOE y máxima autoridad en la sede de Ferraz, ese mítico lugar socialista donde si hace falta el aparato pone unas urnas tapadas detrás de una cortina y sin necesidad de exponer ningún censo, recoge votos de los amigos con la pretensión de que sean homologados como la decisión mayoritaria de la dirección del partido. ¿O no es aparato María Luisa Carcedo, guardiana de la ortodoxia y muñidora de aquellas mayorías que alcanzaba José Ángel Fernández Villa en los congresos de la FSA? Recuerdo aquella foto realizada tras un recuento de votos, en la que un compañero del partido levantaba el brazo a María Luisa, que reía triunfadora con un teléfono móvil sostenido en su puño cerrado. Y qué decir del Soma que alcanzó su máxima influencia política controlando el aparato de la FSA. Ni una frase inocente ni un gesto altruista, el aparato que hay detrás de la candidatura de Barbón tiene una larga experiencia en controlar organizaciones. Es más, yo diría que ese aparato que le rodea es su principal aval para ganar las primarias. Saben lo que hacen, son unos profesionales.
José María Pérez no es un verso libre. También tiene cultura de aparato. La diferencia estriba en que yo creo que se ha quedado sólo. Flaquea la moral de los dirigentes de la FSA y tendrá que dar la batalla con un grupo reducido de fieles.