La actuación policial contra la célula terrorista que realizó los atentados de Barcelona y Cambrils ha finalizado al abatir a Younes Abouyaaqoub, que estaba huido tras ejecutar la matanza de las Ramblas. Al parecer, era él y no Mossua Oukabir, joven terrorista de 17 años de edad que fue abatido con otros cuatro compañeros suyos tras los asesinatos de Cambrils, el conductor del coche blanco que mató a 14 ciudadanos en Barcelona. Aunque pueda parecer una objeción menor, resultaba difícil aceptar que en una célula con cerca de quince individuos, fueran a escoger a una persona de 17 años para realizar el atropello masivo. La operación de lanzarse a gran velocidad con un coche por una zona peatonal, con giros bruscos de volante para arrollar a los viandantes que estaban a la izquierda y la derecha de su trayectoria es muy difícil que lo haga con éxito una persona que no tenía carné de conducir. Sin embargo, Younes Abouyaaqoub, con 22 años, daba más el perfil que se requería para cometer semejante atrocidad.
En la reconstrucción policial de lo que hizo Abouyaaqoub tras bajarse del coche blanco, consta que asesinó con un puñal a un hombre, Pau Pérez, para apoderarse de su coche, y que hirió a una agente de la Policía Autonómica catalana al toparse con ella en un control. Luego, se le perdió el rastro. Basta conocer esos datos para comprender que era un sujeto extremadamente peligroso, por la determinación de sus acciones y la eficacia con que las llevaba a cabo.
Causa una gran tristeza constatar lo ya conocido. Me refiero al adoctrinamiento de los jóvenes para convertirlos en soldados de la yihad. Todos los expertos en la materia hablan del papel que juegan los que ellos llaman el “agente radicalizador”. Insisten en que la vía habitual no es Internet, sino el contacto directo, cara a cara, con personas que tienen una gran ascendencia sobre ellos. El 70% de los individuos detenidos en España en relación con la actividad terrorista de origen salafista había tenido vínculos sociales previos con individuos radicalizados. En este caso, el imán de Ripoll parece que fue el agente clave para transformar a jóvenes en asesinos. Por los datos que sabemos no se trata de un clérigo fanatizado, que se movía por ideales, ya que una de las veces que fue detenido transportaba doce kilos de hachís. Un vulgar narco. Por lo demás, trece partidos participaron en la foto del Pacto Antiterrorista, varios de ellos en calidad de simples observadores. Sin comentarios.