Continúa Cataluña perdiendo empresas. A las facilidades dadas por el Ministerio de Economía respondieron las compañías con prontitud. El impacto producido con el traslado del Banco Sabadell a Alicante fue el anticipo de las dos grandes fugas de la jornada: CaixaBank a Valencia y Gas Natural Fenosa a Madrid. Dos auténticos pesos pesados que dicen adiós. Las dos entidades estaban muy ligadas al poder autonómico de Cataluña. La Caixa era el símbolo del poder financiero de la región, una entidad de gran tamaño, de las que ahora se denominan de ‘riesgo sistémico’, orgullo del catalanismo. Gas Natural nació a principios de los años noventa del siglo pasado, pero proviene de otras aventuras empresariales que se remontan al primer tercio del siglo XIX. El mercado energético está fuertemente intervenido y el ‘pujolismo’ supo barrer para casa en los tiempos de Felipe González. Gas Natural Fenosa es hoy día el primer operador de gas y el tercero en electricidad, esto último gracias a la compra de Unión Fenosa. Me cuesta imaginar lo que un señor de las clases pudientes del Ensanche barcelonés pueda pensar cuando se entera de que CaixaBank, Sabadell y Gas Natural Fenosa se han ido a Valencia, Alicante y Madrid. En caso de secesión, el Impuesto de Sociedades, que pagan religiosamente, se quedará en España. Y la recaudación del Impuesto de Actividades Económicas, también. Mal asunto. Se acumulan las penas que no podrán regar con cava porque Freixenet y Codorniú han avisado que seguirán el mismo camino si sale Puigdemont al balcón para dar vivas a la naciente República.
Mientras las empresas se van, la contabilidad de los votos no cuadra. Del domingo al viernes se han perdido más de un millar de votos nulos y en blanco. Los catalanes son muy pulcros con las cuentas, pero entiendo que esta vez se lo han puesto muy difícil entre los voluntarios de la Asamblea Nacional Catalana y Ómnium Cultural, que anotaban en las mesas, los Mossos que ayudaban en los traslados, la gente que votaba cuatro veces, y los distintos formatos de papeleta.
Hasta los observadores extranjeros (equipo Everts) que asistieron a la jornada electoral pusieron en su informe que la consulta «no cumplió los estándares internacionales». Es normal que se pierdan mil votos. Como ya tenían fijado el resultado de antemano no genera problemas. Otra cosa ocurriría si los voluntarios del independentismo repartieran escaños. No hablamos del tercer mundo: Cataluña, sin ir más lejos.