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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA CARTA Y LA CÁRCEL

Durante los últimos cinco días, políticos y observadores se hartaron de especular con la respuesta que iba a dar Carlos Puigdemont al requerimiento de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno dijo que la pregunta era muy simple: ¿declaró o no la independencia en la sesión del día 10 en el Parlament? Muchos parlamentarios se anticiparon a responder por Puigdemont. Para Pablo Iglesias, Aitor Esteban y Miquel Iceta no hubo declaración de independencia. Rajoy llegó a afirmar que le bastaba que el “president” repitiera lo dicho por el portavoz del PNV (Aitor Esteban) en el Congreso de los Diputados para dar por zanjadas las dudas. La Generalitat se mantuvo hermética, y los pronosticadores anticiparon una respuesta ambigua que mantenía el interrogante abierto. Palabras sibilinas, doble lenguaje, con el objeto de dejar la pelota en el alero del Gobierno. Esa era el vaticinio generalizado de lo que iba a ocurrir. Siempre hay gente que disiente, por ejemplo, los diputados de la CUP que optaban por decir que la cuestión se iba a  reducir a un monosílabo: “sí”.

Nadie acertó. Puigdemont pasó olímpicamente del requerimiento de Rajoy y tomó la iniciativa para decirle al presidente del Gobierno de España que en los próximos dos meses su principal objetivo es “emplazarle a dialogar”. Así habla el “president” de la joven república catalana. No sé qué es lo que más sorprende de la carta del honorable, si el cinismo que rezuma o las mentiras que cuenta. Tiene el cuajo de afirmar que las últimas elecciones catalanas las ganó el independentismo con una ventaja de ocho puntos porcentuales cuando fueron los constitucionalistas los que sacaron cuatro puntos a Juntos Por El Sí y la CUP. Habla de sentirse sorprendido por la alusión al artículo 155 de la Constitución y nosotros tenemos que ver como normal el trampantojo de una republicana catalana apoyada en el pucherazo más grande que se dio en Europa occidental después de la segunda Guerra Mundial. El propio Puigdemont decidió que fueron a votar 2,2 millones de ciudadanos y los demás tenemos que creérnoslo, pese a la ausencia de interventores y junta electoral, y con pruebas fehacientes de voto repetido. Pretende que un timo tan grande sea validado.

Lo que no se esperaba el presidente de la Generalitat es que la Audiencia Nacional rompiera su plan de dilatar el contencioso, como ha hecho al decretar prisión incondicional para los dos “jorges” (Sánchez y Cuixart) por sedición. El engaño ha terminado.

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por JUAN NEIRA

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