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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LOS DOS PLANES

Como un drama continuo es insoportable, los líderes del “procés” y el Gobierno central pactaron intermedios cómicos para hacer más llevadero el trance. El juego epistolar, con las preguntas sobre la declaración unilateral de independencia (DUI) a cargo del Gobierno central y las respuestas de Puigdemont saliéndose por peteneras, sirvió para relajar la tensión ambiental. Ahora que ya están dispuestos a hablar Mariano con Carlos y Carlos con Mariano, el tira y afloja versa sobre el día y la hora en que se verán las caras. El lugar del encuentro será el Senado, muy alejado de la sede neutral que deseaba Carlos Puigdemont. En la Cámara alta del Parlamento español el PP tiene mayoría absoluta, tanto para votar como para aplaudir. El hecho de que el honorable presidente de la Generalitat muestre su deseo de viajar a Madrid ya indica que las cosas se han puesto feas para los independentistas. Desde el discurso del Rey, el tres de octubre, han ido de derrota en derrota, con la fuga masiva de empresas, la salida a la luz de la Cataluña que se siente profundamente española y la sentencia de la troika que dirige la UE, saludando las banderas españolas en Oviedo y negando cualquier proyecto político construido fuera de la legalidad.

A las diez de la mañana del jueves se reúne la comisión formada para aplicar el artículo 155 y en el “Parlament”, a esa misma hora, se va a tratar, también, sobre el 155. Aunque coinciden en la materia, estoy convencido de que serán dos debates muy distintos. El Senado le ofrece al “president” debatir el jueves a la tarde o hacerlo el viernes a la mañana, ante el pleno de la Cámara, y con Rajoy oficiando en el turno de réplica. Me inclino a pensar que Carmen Forcadell, la única presidenta de una Cámara legislativa en la UE que se siente orgullosa de saltarse a la torera las resoluciones del Tribunal Constitucional, alargará el pleno del “Parlament” para poder decir la última palabra desde las instituciones a la aprobación del 155 por el Senado. Dicho de otra manera, la última bala de la Generalitat, que es la DUI, se reservará hasta ver qué decide el Senado.

Todo esto me parece intranscendente porque el artículo 155 se tiene que aprobar si se quieren reparar los destrozos institucionales realizados por los independentistas, y la DUI es un gesto retórico de los que quieren soñar un día con vivir en una república. La verdadera disyuntiva está entre convocatoria electoral de Puigdemont o el plan de Rajoy para los próximos meses.

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por JUAN NEIRA

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