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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ESPAÑOLES SIN COMPLEJOS

Manifestación multitudinaria en el centro de Barcelona, convocada por la Sociedad Civil Catalana y nutrida de catalanes que se sienten españoles. Tercera demostración de masas de los ciudadanos que no son nacionalistas y aborrecen el independentismo. La marcha llevaba como emblema, «Todos somos Cataluña». Pleno acierto al escoger la frase porque la ideología nacionalista considera a sus fieles como los verdaderos catalanes, los únicos que aman su tierra y tienen derecho genuino a representarla. Para el resto hay un amplio abanico de etiquetas, que van desde charnego hasta traidor.

Los organizadores cifraron en 1,1 millones los ciudadanos que acudieron a su llamada, mientras la Guardia Urbana contó 300.000 peatones. Vuelve a darse una gran disparidad entre las cifras que suministran la Sociedad Civil Catalana y la Guardia Urbana. Sin embargo, cuando salen a la calle los independentistas la Guardia Urbana no discrepa de los números que aportan. La explicación es muy sencilla. La Guardia Urbana es un colectivo a las órdenes de Ada Colau, y la alcaldesa de Barcelona se suma a todas las marchas de los nacionalistas porque sus discrepancias con ellos son de matiz, mientras que las diferencias con las manifestaciones en las que van los votantes del PP y Ciudadanos son sustanciales. Para Ada Colau, como para los independentistas, ver a un millón de catalanes con banderas españolas ocupando sus calles es una imagen indigerible que va en contra de sus más íntimas convicciones.

En los discursos al final de la manifestación, fue muy significativa la intervención de Francisco Frutos, ex secretario general del PCE en los primeros años ochenta del pasado siglo, un hombre que desde sus principios comunistas atacó con enorme dureza a los independentistas por mentir y dividir a la sociedad. Disertó sobre su racismo y se indignó ante la utilización que hacen de los niños en las manifestaciones bajo la falacia de identificar al franquismo con la democracia española. La estrella del acto fue, otra vez, José Borrell, que reivindicó la igualdad entre catalanes, sin distinguir entre ideologías, y defendió las bondades del artículo 155 de la Constitución contra los dislates legales, políticos, económicos y sociales del separatismo. Tras satirizar a Puigdemont y Junqueras, pidió el voto en masa ante un público que gritaba, enfervorecido, «votarem», haciendo suya la consigna de los independentistas ante el referéndum.

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por JUAN NEIRA

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