El juez instructor del Tribunal Supremo (TS), Pablo Llarena, ha dejado en libertad a Carmen Forcadell y los miembros de la Mesa del Parlament, incursos en la querella del fiscal general del Estado, con el único condicionante del depósito de fianzas. La presidenta de la Cámara deberá depositar 150.000 euros, mientras que Juan Corominas (PDeCAT), Ana Simó (ERC) y Luis Guinó (PDeCAT) tienen una semana de plazo para depositar 25.000 euros, cada uno. Como se puede ver, el juez instructor del TS tomó una decisión muy distinta a la de la magistrada instructora de la Audiencia Nacional (AN), Carmen Lamela, que ante las mismas imputaciones de la Fiscalía (sedición, rebelión, malversación de caudales, prevaricación y desobediencia) optó por mandar al ex vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, y a los ex consejeros del ‘Govern’, a la cárcel sin fianza. Ante la nueva petición de libertad condicional por parte de los citados, volvió a denegársela.
¿Dos varas de medir? Por más que todo el sistema judicial esté organizado desde la premisa de la objetividad, lo cierto es que hay un margen de valoración que depende de cada juez. ¿Cómo se calcula la probabilidad de evadirse de la Justicia de Carmen Forcadell o de Oriol Junqueras? No hay respuesta exacta. Actuando con rectitud, un juez puede pensar que les faltará tiempo para marcharse a Bruselas a reunirse con Puigdemont, y otro estará convencido de que el hecho de haberse presentado libremente en Madrid es suficientemente indicativo de su disposición a atender los requerimientos de la Justicia. Al factor subjetivo, imposible de eliminar, se añaden otras razones que pueden marcar la diferencia entre Forcadell y los diputados del ‘Parlament’, con Junqueras y sus colegas. Me refiero a la actitud en el juzgado. Los miembros del ‘Govern’ sólo contestaron a las preguntas de sus abogados, mientras que Forcadell y los parlamentarios aceptaron responder al fiscal. Aunque no se conoce con detalle las explicaciones dadas, parece que Carmen Forcadell, la ideóloga del ‘procés’ según el fiscal, quitó valor a la declaración de independencia, negó toda validez al referéndum del 1-0 y renunció a intentar otro camino hacia la independencia que no sea respetando la ley y por la vía del pacto con las autoridades del Estado. Nada de eso ocurrió con Junqueras. Cuando Italia vivió el proceso de ‘mani pulite’, a los que actuaban como Forcadell los llamaron ‘pentiti’. Presidenta arrepentida.