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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA COCINA CATALANA

El próximo viernes tienen que estar ya ultimadas las listas electorales en Cataluña. Los aparatos de los partidos no han tenido mucho tiempo para realizar sus retorcidas maniobras. No obstante, como se trata de Cataluña, la capacidad para organizar líos estaba asegurada. Jon Juaristi ha dicho más de una vez que en el primer tercio del siglo XX ninguna región creó más problemas ni fue más caótica que Cataluña. En el segundo tercio del siglo no merece la pena hacer comparaciones, porque la figura omnímoda de Franco impuso el uniformismo en todos los territorios y la política se redujo a la relación entre el dictador y los súbditos.

En el mundo independentista todos decían que había que presentar una lista única. Puigdemont era el más favorecido con esa propuesta porque se daba por descontado que sería el expresidente quien la encabezaría. Una especie de candidatura anti 155, con pretensiones de obtener una mayoría absoluta holgada. Junqueras repasó las encuestas antes de entrar en la cárcel y al comprobar que todos los sondeos daban como ganador a ERC dio la orden de ir con candidatura propia liderada por él mismo. Puigdemont intentó por todos los medios defender su alternativa de «lista de país» (la candidatura única con otro nombre), pero al final no le ha quedado otro remedio que negociar con su partido, el PDeCAT, la composición de una candidatura encabezada por él, con independientes y los restos del PDeCAT.

No habrá unidad electoral en el independentismo, sino listas distintas y enfrentadas. La comedia acaba de empezar y promete. Puigdemont y Junqueras tirándose los trastos a la cabeza, uno acusando al otro de no haber defendido la república y el segundo contestando al primero que está bueno para hablar siendo un desertor. En cualquier caso lo que está asegurado es que no habrá debate electoral en TV3, a no ser que recurran a las unidades móviles desplazadas a Bruselas y la cárcel madrileña. Demasiado sofisticado.

Para hacer más ruido, las bases de Ada Colau rompen el pacto municipal en Barcelona con los socialistas. La alcaldesa, con mayoría simple, estuvo a punto de no poder aprobar los presupuestos de Barcelona. Por fin encontró un socio en el PSC de Iceta, y ahora lo echa del equipo de gobierno por apoyar la aplicación del artículo 155. Colau añora los tiempos en que los socialistas eran de izquierdas y ahora pretende entenderse con el PDeCAT y ERC, que no son ni de izquierdas ni demócratas. Las salsas de la cocina catalana.

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por JUAN NEIRA

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