Tras el anuncio de la Federación Socialista Asturiana (FSA) de volcarse en la negociación de los presupuestos la expectativa de un acuerdo entre grupos de izquierda renace. Hay un pacto que los socialistas tienen al alcance de la mano que es el acuerdo con IU. La formación de Ramón Argüelles y Gaspar Llamazares no demanda cambios en las partidas presupuestarias, más allá de arreglar la chapuza de los planes de empleo municipales, conformándose con exigir gestos políticos que visualicen un giro a la izquierda del Ejecutivo. En realidad, hablar de giro a la izquierda no pasa de ser un mero ejercicio retórico, porque hacer leyes sobre la pobreza energética y la pobreza infantil es algo propio de los tiempos que corren. Ningún gobierno de derechas se niega aprobar normas de ese tipo. Ahí tenemos el ejemplo del Ayuntamiento de Gijón, gobernando por Foro, que tiene la política social más avanzada de Asturias, con diferencia. Tampoco pergeñar un plan sobre la lengua asturiana, con el horizonte puesto en la oficialidad, es una medida de izquierdas. La izquierda y la derecha no se diferencian por políticas lingüísticas. Para mayor ironía, en España los más amigos de la oficialidad de las lenguas vernáculas son los partidos de las burguesías regionales, llámense PNV o PDeCAT. Salvo que algún politólogo de la última hornada exponga una tesis distinta, las burguesías siguen siendo conservadoras y de derechas. En definitiva, el acuerdo con IU está prácticamente hecho. Al Gobierno y a la FSA les vale como prueba de voluntad negociadora, y a IU le viene bien, porque sigue con su propia estrategia de pactos de izquierda sin mirar por el retrovisor lo que hace o deja de hacer Podemos.
Harina de otro costal es el acuerdo de los socialistas con Podemos. Ahí sí que hay que modificar las partidas del presupuesto e integrar propuestas que no se habían planteado antes los socialistas. La oferta de 450 plazas para la sanidad puede que sea necesaria para cubrir las vacantes y mejorar el servicio público, pero en las cuentas de Dolores Carcedo no estaba prevista. Más ambiciosa es la propuesta sobre el primer ciclo de educación infantil, que requiere de una decidida voluntad política para asumirla.
Acabo de utilizar la expresión que define la suerte de los presupuestos: la voluntad política. Para gestionar el final de la legislatura basta con seguir el guión establecido. Si quieren ganar las elecciones y mantenerse en el gobierno hay que asumir riesgos.