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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL OTRO MARAGALL

La mayoría independentista se ha impuesto en el Parlamento, eligiendo como presidente del legislativo a Roger Torrent y haciéndose con el control de la Mesa de la Cámara, con dos puestos para Junts per Catalunya y otros dos para ERC, mientras los constitucionalistas tendrán tres representantes, dos de Ciudadanos y uno del PSC. El resultado estaba cantado, así que el interés estuvo en algunos matices de la votación y en los discursos. Los diputados independentistas que están en Bruselas no delegaron su voto; sin embargo, los tres que están en la cárcel (Junqueras, Forn y Sánchez) hicieron delegación de su voto. Desde el Gobierno se ha filtrado que no se va a impugnar la participación de los que están en prisión, pero volvieron a insistir que si en la investidura intervienen los diputados prófugos, pedirán al Tribunal Constitucional que anule la decisión de la Cámara.

Está claro que ERC y Junts per Catalunya se ciñeron a las exigencias del Gobierno en el acto de elección del presidente del Parlamento, pero si mantienen el apoyo anunciado a Carlos Puigdemont crearán un conflicto institucional porque el Tribunal Constitucional no va a aceptar que un señor que vive en Bruselas se convierta en presidente del Gobierno de Cataluña. Antes o después, los propios diputados de Junts per Catalunya tendrán que proponer a otro candidato, a no ser que Puigdemont nos sorprenda a todos, coja el avión y aparezca en Barcelona, asumiendo el papel de representante público encarcelado. No lo creo probable, pero puede suceder.

Vamos con los discursos. La ceremonia empezó con la formación de una mesa de edad en el Parlamento, presidida por Ernesto Maragall, el más viejo del lugar. En los tiempos del tripartito presidido por Pasqual Maragall, Ernesto ejercía de consejero de Educación. De esa época archivé algunos de los escritos del hermanísimo, que tenían un tono y apoyaban unas tesis más propias de un fundamentalista identitario que de un socialista ilustrado. Qué animadversión hacia todo lo español. No entiendo cómo Felipe González simpatizaba con esta gente. En un discurso inhabitual, porque su presidencia era puramente formal (mesa de edad), arremetió contra el Estado español y deslizó con tono amenazante, «mediremos nuestras fuerzas y mediremos mejor las del Estado». Sin embargo, Roger, presidente elegido, dijo que «quería coser la sociedad catalana», porque era «un país plural con identidades cruzadas». Eso ya es otra cosa.

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por JUAN NEIRA

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